viernes, 17 de marzo de 2017

La formación de los maristas según Champagnat



Uno de los temas que más me llaman la atención actualmente y que me motivan para realizar los estudios de la Maestría en Carisma y Misión Marista es conocer a Marcelino como formador y acompañante de los Hermanos. Podemos estar seguros que Marcelino fue un gran formador y acompañante, prueba de ello son los Primeros Hermanos, a quienes Marcelino formó ayudado por algunos sacerdotes que en el Hermitage fueron la semilla de la Sociedad de María.

El pensamiento de la Sociedad de María, tanto en Lyon como en Belley parece partir de una visión negativa del mundo, ven al mundo después de la revolución francesa como la última etapa del apocalipsis, como una especie de combate final entre Dios y sus enemigos. Lanfrey los resume en tres convicciones: “1) el mundo del siglo XIX es perverso; 2) la fundación que comenzó es una obra de Dios para combatir; y, 3) es Dios quien la dirige (2015: 353-354). La respuesta de Marcelino será la fundación del Instituto, dedicado a la educación, para él la revolución perturbó la transmisión de la fe. Algunos escritos parecen darnos una clave en lo que el mismo Lanfrey llama “restauración del principio de autoridad”. (2015:355).

Marcelino enfatizará en sus hermanos el cuidar la disciplina, el Hno. Furet sintetiza algunas de sus enseñanzas diciendo: “Por ella se gana la estima del público y de los niños. Haciéndolos ciudadanos sumisos a las leyes, la disciplina preserva a la iglesia, a la sociedad, a la familia y a los niños, de la gran herida de nuestro siglo: la insubordinación” (1989:539, citado en Lanfrey 2015:363).

Como logar la victoria en el combate, Marcelino enfatizará tres aspectos: Primero la centralidad en Jesús, segundo el ejemplo, tercero: la catequesis.

Marcelino nos muestra que su centro está en Jesús. Una y otra vez, Marcelino regresará al espíritu de la fundación: Que Jesucristo sea conocido y amado. Especialmente en sus cartas se puede ver el tema, sobre todo en los primeros años del instituto escribirá a los hermanos recordándoles el pasaje del evangelio donde Jesús se encuentra con los niños (cfr. Mt. 19,14). Marcelino les recordará este pasaje y les recordará lo esencial de su vocación: Acercar a los niños a Jesús. Por ejemplo, en la carta PS014 le expresará al Hno. Bartolomé: “Digan a sus niños que Jesús y María los quieren mucho”.

Este amor a Jesús y María situarán a Marcelino en el proyecto de una Iglesia nueva. Esta iglesia nueva tendrá dos características: será mariana y apostólica. Marcelino no dejará de enfatizar el seguimiento de Jesús como lo hizo María y la necesidad de construir una nueva Iglesia, una iglesia preparada para el combate del fin de los tiempos.

Segundo, para Marcelino el ejemplo tendrá un carácter especial y necesario. No se puede enseñar lo que no se vive, y siendo el amor a Jesús y María lo principal, formará a sus discípulos como modelos de estos amores. El marista tendrá que vivir las virtudes cristianas, dar ejemplo de ellas. Se trata de convertirse en un catecismo vivo, donde las palabras sobren y simplemente al ver a los hermanos (y hoy a los laicos maristas) los alumnos entiendan como tienen que vivir. Nuevamente la carta al Hermano Bartolomé nos puede dar un ejemplo de cómo insistía Marcelino en este punto: “Sé también que tienen un gran número de niños, o sea, que tendrá un gran número de imitadores de sus virtudes, porque los niños se formarán según sean usted, según sus ejemplos así ajustarán ellos su conducta.” (PS014)

Marcelino prestará una enorme importancia a la vida de cada uno de sus maestros. De hecho, en sus novicios, soportará con indulgencia los errores y fallos, pero no tolerará a los que tengan un carácter superficial, a los que se guían por maneras mundanas, sean vanidosos o cometan faltas contra las buenas costumbres.

Finalmente: El catecismo. Marcelino daba una importancia capital al catecismo. Insistirá que los hermanos serán catequistas, que su vocación es la de educador-catequista, pero enfatizará en el ser catequista.

Tenemos testimonios de que Marcelino durante sus años de seminarista fue catequista, así lo narra la biografía del Hermano Furet. Uno de los ejemplos ha sido la catequesis que dio en unas vacaciones del seminario en su pueblo, ahí con una manzana explicó nociones básicas de geografía, con una manzana, y al mismo tiempo suscitó la idea misionera en el joven Epalle, quien más tarde sería obispo misionero en Oceanía.

Nuevamente sus cartas nos pueden dar una idea de las instrucciones que daba a sus hermanos “no escatime nada para formar sus tiernos corazones en la virtud”, dirá al Hermano Bartolomé (PS014). “Forme a sus alumnos en todas las virtudes cristianas” dirá al Hermano Alfonso (PS031).

Marcelino tendrá tanto interés en que se de catecismo en las escuelas que propondrá que el catecismo se exponga dos veces al día.

Pero un aspecto importante a considerar es que Marcelino no busca que en el catecismo solamente se memorice buscará que toque la vida de cada uno de los alumnos. Marcelino pedirá que el catecismo introduzca en la vida de fe para lograr la plenitud de la vida. Una vida que se ve en la práctica, en las actitudes y en las decisiones de la persona.

Hay un punto que es necesario enfatizar: en la escuela marista, la enseñanza profana debe servir indirectamente al catecismo. Es decir, la enseñanza de la lengua, las matemáticas, la historia o las ciencias deben servir como base para realizar una catequesis y servir para descubrir a Dios en la vida, el Dios que nos ama.

Lo que pedía Marcelino a sus hermanos y sigue pidiéndonos hoy a los Maristas se puede sintetizar en una pequeña lista: Instruir a los jóvenes en las verdades de la Fe cristiana, ayudar a los jóvenes a evitar el pecado (especialmente por el tiempo pasado en la escuela y por una vigilancia paternal), formarlos en la virtud, hacerlos amar la religión, enseñarles sus deberes hace con sus padres, con los pastores de la Iglesia, con las autoridades civiles y la sociedad, inspirarles el amor al trabajo y los hábitos de orden y limpieza. Estos posiblemente sean los énfasis en los que se preocupaba Marcelino.

Para realizar esta misión es que pide educadores totalmente entregados a su vocación, totalmente dedicados a la educación de los niños y los jóvenes. Y es por esto mismo que pedía a los primeros hermanos que no se dedicaran a otras funciones, buenas en sí mismas pero que les quitarían tiempo para evangelizar a los niños y jóvenes como son el servicio a los enfermos, el secretariado en los municipios o la sacristía de los templos. Porque Marcelino veía la vida como una lucha entre el bien y el mal, y recordaba la lucha que anuncia el apocalipsis al final de los tiempos. Para Marcelino formar buenos cristianos que luchen bajo la bandera de Jesús tenía la máxima importancia y para ello fundó a los Maristas.



Fuentes:

Lanfrey, André. (2015). MARCELINO CHAMPAGNAT Y LOS PRIMEROS HERMANOS MARISTAS 1789-1840: Tradición educativa, espiritualidad misionera y congregación. Carisma y principios educativos maristas, Vol. 1. Curitiba (PR): Editora Universitária Champagnat

Furet, Juan Bautista (1989) VIDA DE JOSÉ BENITO MARCELINO CHAMPAGNAT. (Edición del Bicentenario). Roma:Hermanos Maristas.

* Este texto se presentó inicialmente como trabajo en la materia de "Origenes de la Tradición Pedagogica Marista" tomada en el 2016 en la maestría en Carisma y Misión Marista en la PUCPR-Curitiba

miércoles, 15 de marzo de 2017

Al pie de la Cruz



Al pie de la Cruz nos quedamos sobrecogidos ante un Dios que nos ama sin reservas. Allí le encontramos compartiendo el sufrimiento físico y psicológico, la traición, el abandono y la violencia de los hombres y transformando esas experiencias. De esa manera entramos en el misterio del sufrimiento redentor y aprendemos la humilde fidelidad en el amor. Cristo crucificado es el signo y la más profunda expresión de un Dios que es amor. (Agua de la Roca 22)

La cruz de Jesús encierra el misterio del Cristianismo. Desde los primeros siglos de nuestra era, la cruz marca la aceptación o el rechazo del plan de Dios sobre la historia y el mundo, para unos, escándalo, y para otros, locura.

La cuaresma y la Semana Santa son un tiempo privilegiado para contemplar a Jesús clavado en la Cruz y reflexionar nuestra relación con él.  Al contemplar la cruz seguramente veremos tres mensajes:

El amor que Jesús por nosotros, que dice el evangelio: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Jesús nos muestra el amor sin medida del Padre.

Una invitación a amar a los demás como Jesús: “Ámense unos a otros como yo los he amado”.

El amor está sujeto al dolor: “El que quiera seguirme… cargue con su cruz de cada día”.


lunes, 13 de marzo de 2017

La devoción marista a San José.



Marcelino Champagant era devoto de San José. Lo podemos ver claramente en dos testimonios. En la carta 238, para agradecer a sus hermanos las felicitaciones por el año nuevo, expresa: “¿Quién podrá, después de María, expresar mejor todo lo que sentimos, que San José, ¡ese gran santo! ¡ese hombre seráfico!”. De igual manera en el Testamento Espiritual expresará: “En presencia de Dios y bajo el amparo de la Santísima Virgen y de san José…” y más tarde recomienda a los hermanos: “A la devoción a María juntad la del glorioso san José, su dignísimo esposo; ya sabéis que es uno de nuestros primeros patronos…” Ante estos testimonios surge la pregunta: ¿Qué veía Marcelino en San José para que lo propusiera como Modelo de Vida de los Maristas?

Considero que mínimamente Marcelino vería 6 rasgos importantes para la vida de los Maristas a contemplar a San José. Estos puntos constituyen algunos de los rasgos presentes en su espiritualidad y que los veía reflejados en la vida de este santo. Estos son: El amor a Jesús, el amor a María, el amor al trabajo, la Humildad y vida oculta, el ser educador cristiano y el cumplimiento de la voluntad de Dios.

San José fue el padre de Jesús. Sabemos que en la Iglesia ha habido discusiones sobre el significado de paternidad en San José, sobre todo para enfatizar la filiación divina de Jesús, no quiero entrar en dichas discusiones. Lo que sí sabemos es que San José después de un momento de duda que nos narra el evangelio, acepta ser padre legal de Jesús y darle su nombre (en la actualidad diríamos apellido). Es por José que Jesús pasa a pertenecer al pueblo judío y a la familia de David. Marcelino seguramente veía en este hecho el amor que tenía a Jesús, un amor que experimenta él mismo y que quiere transmitir a sus discípulos. San José es símbolo del amor a Jesús.

San José, además, fue esposo de María. Nuevamente no veo pertinente entrar en la discusión sobre el matrimonio entre José y María y su vida íntima. La iglesia ha enseñado la virginidad de María, para enfatizar la divinidad de Jesús. Pero el mismo evangelio llama a María esposa de José. Marcelino seguramente al contemplar a San José vería a la persona que ama profundamente a María. Que es capaz de aceptar incluso lo inaceptable y a perder su nombre por el amor que le profesa. Y Marcelino también amaba profundamente a María, tanto que nos quiso dar su nombre a los Maristas. San José, también será el símbolo de la persona que ama profundamente a María.

Otro de los rasgos que seguro Marcelino vería en José es el amor al trabajo. Seguro que Marcelino se identificaría con el carpintero de Nazaret, aquel artesano experto de la construcción. Me imagino a Marcelino pensando que José seguramente armaba andamios, preparaba mezcla y trabajaba como él lo hacía en ese momento en el Hermitage. Marcelino seguramente aprendió junto a José los hábitos de orden y limpieza, de trabajo bien hecho, completo y a tiempo. San José será el símbolo del amor al trabajo.

Creo que igual, Marcelino veía en San José el modelo de humildad y vida oculta que quería para los Maristas. San José es una figura importante en el Evangelio, va a salvar a Jesús de la persecución, va a educarlo, como veremos más adelante, pero no dice una sola palabra en el texto evangélico. Seguro que Marcelino lo veía como modelo de Humildad para sus Marista y de una persona que pasó su vida haciendo el bien sin ruido. San José seguramente para Marcelino era modelo de Humildad.

Además, San José, es modelo de Educador Cristiano. San José educó a Jesús, quizá algunas de las palabras de Jesús fueran palabras que aprendió de José. Seguro que le enseño quién era el Dios al que alababan y que más tarde describirá como su “abba”. Seguro que le enseñó a trabajar, a comportarse en la sinagoga y todo lo relacionado con su vida. Marcelino es modelo de educador cristiano.

Finalmente, San José es modelo de la persona que escucha la voluntad de Dios y la cumple. Dios sale al encuentro de José, le cambia sus planes, lo mete en proceso de discernimiento y búsqueda, lo manda de migrante a Egipto… y en todo ello, San José aparece como hombre justo, como buscador y cumplidor de la voluntad de Dios. Marcelino seguramente ve en San José al hombre capaz de descubrir la voluntad de Dios en su vida y seguirla.

Estos seis rasgos de San José, también los vivió Marcelino y seguramente quería que todos los Maristas los viviéramos, es por eso que propone a San José como patrono del Instituto Marista.


* Este texto se presentó inicialmente como conclusión de un trabajo de estudio sobre la carta 238 de CEPAM.

sábado, 11 de marzo de 2017

Recomendaciones de la semana 8 y 9


Foto de stevepb: https://pixabay.com/es/periódico-noticias-412452/ 

La semana pasada no subí las recomendaciones de la semana. Estaba experimentando un nuevo método se llama Scoop.it. Voy a agrupar ahí los artículos que me llamen la atención y en este espacio solamente publicaré entre tres y cinco de los que considere mejores.

Javier Tourón continúa con su serie: Desgranando las estrategias docentes más efectivas. ¿Qué dice la investigación? Presentando las dos últimas partes. Me gustó mucho la segunda pues presenta aspectos que varios de los hermanos maristas mayores, como Dn. Carlos Torál, seguido expresaban. Parte dos aquí, parte final aquí.

Elena Rodríguez presenta en linkedin una presentación sobre los Entornos Virtuales de Aprendizaje. Creo que la formación continua tanto profesional como religiosa tiene que tender a ella. Cada uno de nosotros debemos tener nuestro PLE. Aquí se explica lo que son y da herramientas útiles para desarrollarlos. https://es.slideshare.net/elena.rodriguez/entorno-personal-de-aprendizaje-y-redes-sociales-en-educacin


Angel Fidalgo habla esta semana sobre el Cómo aplicar Flip Teaching en su asignatura. Presenta un sencillo método para realizarlo, con muchos enlaces para entender la forma de Invertir nuestras clases. https://innovacioneducativa.wordpress.com/2017/03/09/como-aplicar-flip-teaching-en-su-asignatura-un-sencillo-metodo/

Cambiando de tema y uniendo la interioridad y la educación, Ángel Gonzalo presenta una reflexión sobre el tiempo y los tiempos de aprendizaje e innovación, una invitación a la paciencia y permitir tomar el tiempo necesario: http://www.xarxatic.com/un-segundo-no-puedo-esperar-tanto/

Finalmente, en el blog Más y Mejor, nos presenta 10 cosas que puedes hacer hoy para ser más feliz. Creo que los consejos 1, 2, 4, 9 y 10 nos pueden servir a muchos docentes y aportarían una vida más equilibrada a todos. https://masymejor.com/ser-mas-feliz/

Más artículos que me llamaron la atención esta semana en: http://www.scoop.it/t/educacion-marista

viernes, 10 de marzo de 2017

Inspiradores del pensamiento educativo de Marcelino


Imagen de Devalei, tomada de: https://pixabay.com/es/lienzo-acrílico-digitales-diseño-1905722/

La obra educativa de Marcelino Champagnat continúa hasta nuestros días y como suele decir el Hno. Emili Turú, actual superior general, se encuentra en tiempo de “Un nuevo comienzo”. Este comienzo no se da en un “ambiente estéril”, como de un laboratorio, sino que se da en el contexto tanto histórico como social. Igual en tiempos de Marcelino, dentro de su contexto histórico y social va a elaborar un método pedagógico-educativo, basado en los elementos que encontraba dentro del contexto. En el presente documento nos acercaremos a esas influencias en el pensamiento de Marcelino.

Siguiendo a Lanfrey (2015), podemos ver que Marcelino tuvo al menos 4 grandes influencias en su pensamiento educativo: Los Jesuitas, el cardenal La Luzerne, Los Suplicianos y los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

La influencia Jesuita le llega por dos autores que leía, Alonso Rodríguez y Jean Batiste Saint-Jure. De Rodríguez tomó la idea de la finalidad del Instituto que se basa en el equilibrio entre la perfección personal y la salvación del prójimo. Además, tomando las ideas de Rodríguez, las transformará para afirmar que “no se puede ser un auténtico maestro de enseñanza primaria sin dar prioridad a la educación cristiana” (Lanfrey 2015:337). Dirá en una de sus cartas al Hno. Bartimeo: “¡Qué desgracia es, hijos míos, que no lo conozcamos bien, sobre todo aquellos de entre ustedes que aprenden el catecismo con tanta desgana!” (PS024)[1]

De igual manera transformará la idea de ministerio, que Rodríguez aplica al sacerdote, pero Marcelino aplicará a los hermanos. Así Marcelino reivindicará la vocación de hermanos laicos, autónomos, aunque bajo la dirección de sacerdotes.

Esta misma idea la tomará de Saint-Jure, Marcelino no verá al Hermano como un doméstico sino como un apóstol-catequista, aunque esto le traerá problemas ya que en ese momento la Iglesia no tenía definido este estado religioso. Además de este autor tomará recomendaciones sobre la santidad de vida, la oración, la humildad y el catecismo.

Del Cardenal Luzerne, a pesar de no ser un pedagogo, Marcelino tomará ideas que ira desarrollando. Un ejemplo será la toma de partido por el método de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, es decir el método simultáneo, rechazando el método mutuo. De igual manera tomará su esquema antropológico, para Luzerne la educación tenía que velar por cuidar tres ejes: La educación el cuerpo, del espíritu y del corazón, en este último fundamentará la educación moral y religiosa. Al mismo tiempo tomará las ideas sobre la importancia del ejemplo (“la principal lección es el ejemplo”), sobre la correcta vigilancia y sobre la “corrección paternal”. Con respecto a la importancia del ejemplo, se puede ver por ejemplo en la Carta al Hno. Bartolomé del 21 de enero de 1830, un texto que dice: “tendrán un gran número de imitadores de sus virtudes, porque sus niños se formarán según sean ustedes, según sean sus ejemplos así ajustarán ellos su conducta” (PS 014). Otra idea importante que tomará de este autor será la importancia de la atención a la infancia: la infancia es el tiempo más favorable para hacer conocer, adoptar, amar y practicar santas normas. Esta idea también aparece en la carta al Hno. Bartolomé de 1830, cuando Marcelino expresa: “¡Cuánto me gustaría tener la dicha de enseñar, de consagrar de una manera más directa mis desvelos en formar a estos tiernos niños!” (PS014). Para Luzerne la idea del Sacerdote-catequista será fundamental, en Marcelino pasará a ser el hermano catequista. Marcelino lo expresara al Hno. Bartolomé en 1831 cuando le dice: “Grandes santos y grandes hombres se felicitaban por un trabajo tan valioso ante Jesús y María.” (PS019)

De los suplicianos, especialmente de Faillon, Marcelino retomará el modelo de cómo hacer el catecismo y qué conducta adoptar. Marcelino conoció el método de catequesis de los suplicianos en el seminario, y lo práctico como seminarista y como joven sacerdote. De este método tomará el ideal de catequista que incluye no hacer acepción de personas, ser constante, fuerte y generoso. Como método catequético, adopta los tres tiempos: Interrogación, instrucción y comentarios. Además, es de Faillon donde aprende que las explicaciones deben ser breves y claras.

Según Lanfrey (2015), paradójicamente la influencia de San Juan Bautista de la Salle, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas será menor. Le llegará sobre todo por un escrito del Hno. Agathon. Tomará las doce virtudes del buen maestro: la formalidad, el silencio, la humildad, la prudencia, la sabiduría, la paciencia, la reserva, la dulzura, el celo la vigilancia, la piedad y la generosidad. Además, tomará elementos de la Conduite, el libro que sintetiza el método lasallista.

Estas cuatro influencias modelarán inicialmente el pensamiento pedagógico de Marcelino Champagnat y le ayudarán a construir su propia visión educativa. Son ideas tomadas de su entorno, pero reconstruidas por Marcelino para adaptarlas a su contexto particular.


Fuente: Lanfrey, André. (2015). MARCELINO CHAMPAGNAT Y LOS PRIMEROS HERMANOS MARISTAS 1789-1840: Tradición educativa, espiritualidad misionera y congregación. Carisma y principios educativos maristas, Vol. 1. Curitiba (PR): Editora Universitária Champagnat

* Este texto se presentó inicialmente como trabajo en la materia de "Origenes de la Tradición Pedagogica Marista" tomada en el 2016 en la maestría en Carisma y Misión Marista en la PUCPR-Curitiba



[1] Se citan las cartas de Marcelino siguiendo la Numeración del Hno. Sester, se indica PS (Paul Sester) y el número de carta

miércoles, 8 de marzo de 2017

Buscar a Dios en el Silencio.



Foto: https://pixabay.com/es/equilibrio-meditación-meditar-110850/

En nuestros momentos de soledad cultivamos una vida interior que fortalece nuestro amor al mundo y nuestra comunión con él. De esta forma nos hacemos más sensibles a la vida. Aunque experimentamos la pobreza de nuestros fallos y limitaciones, también reconocemos la belleza y maravilla de la humanidad y de toda la creación. (Agua de la Roca 89).



Hay una historia sobre un grupo de trabajadores que recogían aserrín en una bodega. De pronto uno de ellos descubrió que no traía su reloj, había caído en el aserrín. Todos se pusieron a buscarlo, pero no lo encontraron y pronto la búsqueda degeneró en una guerra de aserrín, se lanzaban aserrín unos a otros, hasta que se formó una gran nube. El reloj no apareció y ellos cansados por el juego salieron a tomar un refrigerio.

Un joven los observaba. Entro a la bodega y al poco rato se acercó al grupo con el reloj en la mano. Le preguntaron: - ¿Dónde lo has encontrado? A lo que el joven respondió que en la bodega. – Pero nosotros no pudimos encontrarlo, argumentaron, ¿Cómo le has hecho? El joven respondió: He guardado silencio hasta escuchar el suave tic-tac del reloj. Una vez que lo escuche fue fácil sacarlo del aserrín.

El silencio es muy importante. La verdadera oración empieza en el silencio. El silencio para estar atento a Dios.

El silencio no es sólo la ausencia de ruido...eso puede ayudar... pero el silencio es una tranquilidad de la mente y del corazón que permite una comunicación profunda con Dios.

Una mente quieta significa soltar los deseos, planes, metas, palabras, conceptos, preocupaciones, trabajo por hacer, etc. Estos elementos cierran la comunicación íntima entre Dios y uno mismo.

El silencio es una disciplina del oído, más que de la lengua. Silenciamos nuestra lengua para poder oír mejor. ¡Qué difícil es apreciar los sonidos tenues cuando estábamos hablando!

Ahora bien, la voz de Dios es un sonido sumamente tenue y delicado, sobre todo para unos oídos no habituados a ella.

Si nuestros oídos no están habituados a escuchar la voz de Dios, entonces tenemos una especial necesidad de silencio.

lunes, 6 de marzo de 2017

La presencia de Dios según San Marcelino


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La espiritualidad marista ha utilizado diversos caminos para acercarnos a Dios, uno de los principales y que data de tiempos de Marcelino es la presencia de Dios.

Si revisamos las cartas que escribió Marcelino, encontramos dos donde es explícitamente mencionada, las cartas: PS244 y PS247. Estas cartas son cartas de dirección espiritual entre Marcelino y los hermanos en ellas leemos: “Camine todos los días de su vida en la santa presencia de Dios.” (PS244) y

“Otro buen medio para adquirir las virtudes religiosas es, como usted bien sabe, mi querido amigo, la práctica de la santa presencia de Dios, recomendada por todos los maestros de la vida espiritual. Aunque para las personas del mundo no sea más que de consejo, para los religiosos es un mandato. Ejercítese, pues, en ella durante el resto de la cuaresma.” (PS247)


No solo estos testimonios, sino su mención en el Testamento Espiritual, en las reglas y en la biografía nos hacen ver su importancia. Es más, en las constituciones actuales de los Hermanos Maristas aparece cuando menos en cuatro ocasiones:

“…A ejemplo del Fundador, vivimos en presencia de Dios y sacamos nuestro dinamismo del misterio de Belén, de la Cruz y del Altar. El éxito de nuestro trabajo lo esperamos sólo de Dios, persuadidos de que, si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los constructores.” (Art 7)

“El Padre Champagnat, por el ejercicio de la presencia de Dios, llegó a vivir en oración continua, aun en medio de las ocupaciones más absorbentes. Recurría sin cesar a Dios. Nunca, decía, me atrevería a emprender nada sin antes habérselo encomendado a Dios mucho tiempo. Al celebrar la Eucaristía y en las frecuentes visitas al Santísimo Sacramento, su fe profunda le hacía casi sensible la presencia de Jesús. Se dirigía a María con la confianza de un niño…” (Art. 68)

“… Seguros de la ternura del Padre, perseveramos en la meditación con fe y entereza, a pesar de las dificultades que podamos encontrar en ella, le dedicamos diariamente media hora, por lo menos, y la prolongamos durante el día por el ejercicio de la presencia de Dios”. (Art 71)

“La oración es para nosotros una necesidad absoluta. No se limita a los ejercicios de piedad, ni se identifica con el trabajo apostólico: es presencia y comunión con Dios, que se hace más cercano cuando atendemos a los demás. Poco a poco unifica nuestra vida y llega a convertirse en oración continua, que penetra nuestra acción y se hace perceptible en nuestro rededor…” (Art. 77)

En el Testamento Espiritual se nos invita a perseverar en el ejercicio de la presencia de Dios. “Pido también al Señor y deseo con toda mi alma, que perseveréis fielmente en el santo ejercicio de la presencia de Dios, alma de la oración, de la meditación y de todas las virtudes.”

Esta preferencia por la presencia de Dios se expresa en la regla de 1837:

A las cuatro y media la meditación que debe hacerse siempre en comunidad como en la Casa-Madre. El tema será leído desde la víspera con el fin de pensar en él durante los intervalos del sueño, para preparase bien y no tentar al Señor. En la mañana no se leerá públicamente dicho tema, sino que cada quien es libre de revisarlo en particular o de tomar otro, según su gusto aprobado por el Director. No se contenten con esta media hora de meditación; traten de continuarla en las diferentes acciones del día por el recuerdo de la Presencia de Dios y la práctica de oraciones jaculatorias. (REGLA 1837, 02, 02)

De forma más explícita se explica en la regla de la casa madre:

[RCM37, 01, 29, 01]: Los hermanos procurarán conservar el recuerdo habitual de la presencia de Dios por la práctica del recogimiento y la modestia, proponiéndose por modelos Jesús, María y los santos.

[RCM37, 02, 32, 01]: Se aprenderá con cuidado las reglas que se han de seguir en la meditación para dedicarse útil y fácilmente en este santo ejercicio que es tan necesario en la santificación. He aquí un resumen. Para estar siempre dispuesto a hacer bien la meditación es preciso conservarse en la presencia de Dios, mortificar sus pasiones y sus sentidos, con el fin de que el espíritu esté siempre dispuesto a unirse a Dios, conservándose cerca de él; de otra manera se tendrá gran dificultad y se perderá mucho tiempo cuando se intente recogerse para meditar. Los Padres Espirituales llaman a esta continua presencia de Dios la preparación remota de la meditación.

[RCM37, 02, 32, 02]: La meditación tiene tres partes: la preparación, la meditación propiamente dicha y la conclusión. En la preparación hay que hacer tres cosas: 1º ponerse en la presencia de Dios, 2º implorar su auxilio y sus luces, 3º proponerse el sujeto sobre el se va a meditar.

Según Mesonero (2012): La presencia de Dios puede entenderse de dos modos diferentes, pero no incompatibles. De hecho, una precede a la otra en la evolución de la fe. Una cosa es meterse en la presencia de Dios a través del ejercicio de recordarle, y otra es la unión con Dios, donde el creyente vive en la presencia continua de Dios. Marcelino vivió las dos formas.

Para fomentar el primer modo, Marcelino empleaba el recuerdo de Dios al comenzar la oración. Y durante el día, las jaculatorias, la oración de la hora permiten recordarle. Es un ejercicio ascético.

Siguiendo a Mesonero (2012), la segunda manera de entender presencia de Dios no está desarrollada por los primeros biógrafos de Marcelino. Aunque la vivió, es la unión con Dios, es una etapa mística. Aquí no se puede entrar en la presencia de Dios porque la persona no sale de ella. Prueba que Marcelino vivía en esta presencia de Dios son los garabatos que se encuentran en algunos escritos como cartas y cuadernos y la facilidad que tiene para percibirle en su vida diaria.

Un ejemplo hacia el final de su vida es cuando escribe al hermano Francisco (carta PS175) donde le expresa:

“¿Cuándo saldré de París? No sé nada, cuando Dios quiera. Si es para gloria de Dios que yo muera en París, que se haga su santa voluntad y no la mía. Estoy siempre decidido a ver el fin de este asunto. El Sr. Chanut se va; heme aquí solo soñando. Qué digo, jamás se está solo cuando se está con Dios.”

Marcelino no se siente solo, porque está de continuo en su presencia, por eso afirma ¡Qué digo! Jamás estoy solo puesto que estoy siempre con Dios. ¿Cómo crecer en la presencia de Dios? Para poder decir esta última frase con Marcelino.

El biógrafo de Marcelino menciona[1] que en el tema de presencia de Dios se inspira en San Francisco de Sales. En su libro de Introducción a la Vida Devota, San Francisco menciona 4 medios para recordar la presencia de Dios antes de iniciar una oración:

1) Pensar que Dios está en todas partes, y que no hay lugar ni cosa en este mundo donde no esté con su real presencia; de manera que, así como los pájaros, por dondequiera que vuelan, siempre encuentran aire, así también nosotros, dondequiera que estemos o vayamos, siempre encontramos a Dios.

2) Pensar que no solamente Dios está presente en el lugar donde te encuentras, sino que está muy particularmente en tu corazón y en el fondo de tu espíritu, al cual vivifica y anima con su presencia.

3) Considerar que nuestro Salvador, en su humanidad, mira desde el cielo todas las personas del mundo, especialmente los cristianos que son sus hijos, y todavía de un modo más particular, a los que están en oración, cuyas acciones y movimientos contempla.

4) Servirse de la imaginación, representándonos al Salvador, en su humanidad sagrada, como si estuviese junto a nosotros, tal como solemos representarnos nuestros amigos, cuando decimos: me parece que estoy viendo a tal persona, que hace esto y aquello; diría que la veo, y así por el estilo.

Más tarde, San Francisco de Sales, indicará como instrucción al día de retiro.

“Pon, cuantas veces puedas, durante el día, tu espíritu en la presencia de Dios, por alguna de las cuatro maneras más arriba indicadas; considera lo que hace Dios y lo que haces tú, y verás cómo sus ojos te miran y están perpetuamente fijos en ti, con un amor incomparable. ¡Oh Dios!, dirás, ¿por qué no te miro yo siempre como Tú me miras a mí? ¿Por qué piensas en mí con tanta frecuencia, y yo pienso tan poco en Ti? ¿Dónde estamos, alma mía? Nuestra verdadera morada es Dios, y ¿dónde nos encontramos?” (Segunda Parte, capítulo XII)

La presencia de Dios también se encuentra presente en la espiritualidad de otros fundadores por ejemplo Chaminade. El fundador de los Marianistas, propone la Presencia de Dios como el segundo paso en su camino a la santidad o método de las virtudes. Para él, primero hay que avanzar en el silencio y luego en el recogimiento. Los silencios que propone son 5: El silencio de Palabras (ser dueños de nuestra lengua); El silencio de Signos o de Gestos (ser dueños de nuestras emociones); El silencio de la mente (la atención); El silencio de pasiones y el silencio de la imaginación. A continuación, propone el recogimiento dando dos definiciones: (1) El recogimiento propiamente dicho que consiste en reunir todas las facultades del alma para emplearlas en hacer bien todas las acciones y (2) el recogimiento religioso que consiste en hacer bien todas las acciones, pero al mismo tiempo conservar la presencia de Dios.

San Ignacio de Loyola, no menciona la presencia de Dios de forma mística en sus ejercicios, pero en la última contemplación de los ejercicios, conocida como la contemplación para alcanzar Amor, propone el contemplar a Dios actuando en el mundo, de forma similar a la Presencia de Dios de San Francisco de Sales. San Ignacio propone traer a la memoria todos los beneficios recibidos de creación, redención y dones particulares, mirando con mucho afecto todo lo que Dios ha realizado por mí. Luego mirar cómo Dios habita en las criaturas, en los elementos dando ser, en las plantas vegetando, en los animales “sensando”, en los hombres dando entender; y así en cada uno de nosotros dándome ser, animando, sensando, y haciéndome entender; asimismo haciendo templo de mí al crearme a imagen y semejanza suya. A continuación, considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas cosas creadas y, finalmente, mirar cómo todos los bienes y dones descienden de arriba.


El Hermano Juan Jesús Moral Barrio (2015) en su libro: Mística y profecía de los primeros hermanos menciona que el mejor texto marista sobre la presencia de Dios se encuentra en uno de los cuadernos del Hermano Francisco, el sucesor de Marcelino. En dicho texto, el Hermano Francisco[2] analiza su obligación, utilidad y práctica.

Con respecto a la práctica de la Presencia de Dios, el Hno. Francisco indica que se necesita evitar cuidadosamente todo lo que podría ser un obstáculo a la presencia de Dios; y la fidelidad a los medios para adquirirla.

Como obstáculos a la presencia de Dios menciona: (1) El orgullo entendido como amor desordenado de nosotros mismos y nuestros propios intereses, y el apego a las criaturas. (2) La dispersión y falta de dominio de la mente, el corazón y los sentidos, como las ganas de hablar sin necesidad, la curiosidad de saber lo que no nos concierne, y para juzgar las acciones de los demás. (3). Por último, el conflicto en los negocios, donde nuestro deber y la caridad no son compatibles.

Como medios para adquirir la presencia de Dios menciona: (1) la pureza del corazón. (2). La oración: pedir todos los días esto gracias a Dios, levantar la mente y el corazón a Dios frecuentemente. (3) El silencio y el recogimiento: evitar hablar innecesariamente. (4) Búsqueda y realización de la voluntad de Dios buscando a Dios en todo y siempre ofreciendo a fin. (5) La contemplación de Dios en todas las criaturas, considerándolos como la imagen de Dios, como espejos que nos representan las perfecciones de Dios.

Considero que es importante en nuestra vida espiritual, no solamente como maristas, sino como cristianos el descubrir la presencia de Dios en todo momento. El camino de pasar de una presencia de Dios ascética a una presencia de Dios desde la mística pasa por la oración profunda, es un Dios que concede a los suyos, se adquiere por los momentos pasados con él en la oración. En esta experiencia vamos aprendiendo que somos la presencia de Dios en el mundo y que nuestra vocación es manifestar la presencia de Dios. Así nuestra vida se transforma en lo que Etty Hillesum, interpreto como llegar a vivir un "diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío".





[1] En el capítulo V de la Segunda parte de la Biografía del Hno. Furet.
[2] Texto del Hermano Francisco, en el Archivo Digital de CEPAM: Cuaderno 308, en documentos maristas v2.