Las constituciones de los Hermanos Maristas hablan sobre el origen del nombre de Maristas:
"El Padre Champagnat quiso darnos el nombre de María para que viviéramos de su espíritu. Convencido de que ella lo ha hecho todo entre nosotros, la llamaba Recurso Ordinario y Primera Superiora. Contemplamos la vida de nuestra Madre y Modelo para impregnarnos de su espíritu. Sus actitudes de discípula perfecta de Cristo inspiran y configuran nuestro ser y nuestro actuar. Dios entregó su Hijo al mundo por medio de María. Por eso, nosotros queremos hacerla conocer y amar como camino para ir a Jesús. Actualizamos así nuestro lema: Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús." (Artículo 4)
El origen del nombre de Maristas va más allá de la historia de los hermanos, tiene que ver con el orígen de la Sociedad de María. Marcelino, desde seminarista (1813-1816), perteneció aun grupo de jóvenes, dirigidos por Juan Claudio Courveille, que se comprometieron a trabajar con todas sus fuerzas a fundar la Sociedad de María. Esta institución contaría con varias ramas: padres, hermanas, hermanos y seglares. La sociedad estaría totalmente dedicada a María sus miembros se llamarían “maristas”. Ellos serían la presencia de María en las misiones extranjeras y en las populares, en los liceos, en las escuelas, entre la gente sencilla de la parroquia, en las oficinas,... y por todos lados.
Courveille aportará el nombre, según contó, recibido por inspiración en el Santuario de Nuestra Señora de Le Puy.
Tiempo más tarde Marcelino escribirá al Rey Luis Felipe para solicitar la autorización de los Hermanos:“Elevado al sacerdocio en 1816, aun antes de dejar el seminario de Lyon, pensé seriamente en crear una sociedad de maestros que creí deber consagrar a la Madre de Dios, persuadido de que el solo nombre de María atraería muchos candidatos. Fui colocado como vicario en una parroquia rural; lo que vi con mis propios ojos me hizo sentir todavía más vivamente la importancia de poner sin más en ejecución el proyecto que meditaba hacía tiempo. Comencé, pues, a formar algunos maestros. Les di el nombre de Hermanitos de María [Petits Frères de Marie]. Un rápido éxito en pocos años justificó mis conjeturas y superó mis expectativas.” (Carta al Rey, PS34, 1834).
Un año más tarde escribirá a Colin, compañero suyo en el seminario: “Si el postulante pide consejo acerca del Instituto que debe abrazar, hay que proponerle uno distinto al nuestro que le merezca mayor confianza. Sin embargo, si muestra predilección por la Sociedad de María en atención, sobre todo, de nuestra Patrona [María], hay que acogerlo con gusto haciéndole ver lo bien que sabe colocar su confianza al ponerla en la Madre de Dios.” (Carta a Colin, PS55, 1835).
Los maristas llevamos grabado el nombre de María. María es nuestro modelo de vida, como ella queremos seguir a Jesús, dar a conocer el amor de Dios y servir a nuestros hermanos. Dos rasgos pueden caracterizar nuestro actuar, la pasión por Dios y la compasión por los hermanos.
El Hermano Sergio Cacéres ha compuesto una canción recordándonos que Marcelino quiso darnos el nombre de María.
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