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lunes, 3 de abril de 2017

Humildad Marista



En varios documentos como por ejemplo en el Manual de Piedad se define el espíritu del Instituto con tres rasgos marianos: Humildad, Sencillez y Modestia. Este mismo esquema es tomado por el Hermano Basilio Rueda en una circular titulada de la misma manera: El Espíritu del Instituto.

Existe una carta de Marcelino, la número 282, donde podemos ver a Marcelino Champagnat aceptando con humildad y sencillez un aviso fraterno del Padre Mazelier. El Hno. Apolinar se encontraba oficialmente en la congregación del P. Mazelier para salvar el servicio militar. Al poco tiempo el hermano enfermó y, no nos dice porqué la carta, se encuentra en L’Hermitage con Marcelino. Marcelino parece haber dado coba al hermano para que permaneciera en L’Hermitage. La carta parece ser una respuesta de Marcelino ante la extrañeza, por dicha situación, del P. Mazelier.

El contexto de la carta nos da dos pistas sobre la humildad y sencillez de Marcelino. Marcelino le dirá en la carta: “Señor Superior, le ruego tenga la bondad cada vez que la ocasión se presente de hacerme sin dificultad las observaciones que juzgue necesarias; las recibiré con agradecimiento y me conformaré a ellas exactamente.” Esta frase parece indicar que el Sr. Mazelier no confronta directamente a Marcelino, sino que manda una carta directamente al Hno. Apolinar. Marcelino discretamente le pide que se dirija directamente a él. En el camino nos da un ejemplo de cómo vivir la humildad. De igual manera al comentar Marcelino el efecto de la Carta en el Hno. Apolinar, expresa: “Espero le será útil y que ese buen Hermano no se sentirá molesto.

Marcelino tiene la humildad y sencillez para dejarse corregir por su amigo el P. Mazelier. Es más, le pide que le haga cualquier corrección. Marcelino aquí da ejemplo de cómo vivir la Humildad y Sencillez.

Quizá la mejor descripción de lo que Marcelino entendía por humildad la encontramos en el Manual de Piedad de 1855. Este manual en el capítulo sobre el espíritu de familia, describe que el espíritu del Instituto es el espíritu de María y le da tres características: humildad, sencillez y modestia. Luego pregunta que se hace para conseguir este espíritu y contesta con seis cosas: (1) hacer la guerra continua para el orgullo, la vanidad, el ego, el deseo de aparecer, y la susceptibilidad; está trabajando sin descanso para destruir en todo lo que en nosotros mismos se opone a la humildad; (2) convencernos de que es a través de la práctica constante de esta virtud que debemos santificarnos, y que fuera del camino de la humildad para nosotros no hay ni la gracia ni la protección de Dios, ni virtud sólida, y no hay manera efectiva para el éxito en nuestro trabajo de los niños de los catequistas. (3) Es no tener secreto a nuestro Superior y dejar que nos llevan al camino de la obediencia como niños pequeños. (4) Es mirarnos a nosotros mismos como el menor entre nuestros hermanos y con estos sentimientos, tenerles gran respeto, hablar con ellos con modestia y humildad, siempre dispuestos a ceder en vez de obligarlos, a hacer los servicios más humildes y a tomar para nosotros lo menor; (5) Estar dispuesto a ser corregido y advertido de nuestras faltas y mostrarnos agradecidos cuando alguien nos ha hecho la caridad de este oficio; (6) pedir constantemente para nosotros, la humildad de Jesús y María; reflexionar constantemente los ejemplos que Nuestro Señor y su Madre divina nos dieron esta virtud.

Marcelino al responder al P. Mazelier de esta manera se deja ser corregido por el sacerdote y se muestra agradecido por su corrección. Al mismo tiempo espera que el Hno. Apolinar se comporte de la misma manera. Marcelino no sólo aconsejo vivir la Humildad al estilo de María, el mismo la vivió.

Las constituciones actuales nos recuerdan en el número 5 que: La predilección por las tres virtudes marianas de humildad, sencillez y modestia nos viene de Marcelino Champagnat. Estas virtudes revisten de autenticidad y bondad nuestro trato con los Hermanos y demás personas.

Hoy más que nunca los maristas estamos llamados a vivir la humildad y la sencillez que nos debe de caracterizar, quizá el lenguaje del siglo XVIII tenga que ser actualizado, como lo hizo el Hno. Basilio Rueda en su circular sobre el Espíritu del Instituto. Nuestro siglo necesita el testimonio de humildad y sencillez y la iglesia lo está esperando. Ojalá que cada Marista, sea laico o hermano sea capaz de crecer diariamente en estas virtudes y que así podemos vivir los deseos de Marcelino en su testamento espiritual: Constituyan siempre la humildad y sencillez el carácter

distintivo de los Hermanitos de María.

La carta 282 de Marcelino puede ser consultada en la página del Instituto o en la web de Cepam

Este texto, con ligeras variaciones, fue presetado como trabajo de CEPAM en marzo de 2017.