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lunes, 16 de enero de 2017

Viva Jesús, María y José.

V. J. M. J. 


Existe un saludo tradicional, con el que empezaba sus cartas Marcelino y que muchos hermanos continuaron: Viva Jesús, María y José. En mis tiempos de primaria también se utilizaba en cada uno de los trabajos, al inicio de la hoja se tenía que escribir “V. J. Ma. J. Ch.” que significa: Viva Jesús, María, José, Champagnat. No recuerdo si eso se quitó cuando estaba en cuarto o quinto de primaria. Curiosamente hablando un día hablando con una exalumna de otro país, la pregunta que utilizaban para identificar a los exalumnos maristas era precisamente qué significa “V. J. M. J. Ch.”.

Este saludo aparece en la mayor parte de la correspondencia de Marcelino y por mucho tiempo, abajo del escudo marista, en la parte inferior del monograma mariano y las tres violetas aparecían las 4 letras. “V. J. M. J.”

Según un escrito del “Boletín del Instituto” de octubre 1938 (Número 114), estas 4 letras indican la triple devoción, el triple amor, y el triple conocimiento qué cultivar, por los discípulos de Marcelino. Un programa de vida condensado 4 signos. El programa sería: “Conocer, amar y servir más y mejor a Jesús, María, José; para darlos a conocer, amar y servir mejor”. Supongo que fue mucho más tarde cuando se agregó a Champagnat.

Conocer a Jesús y darlo a conocer, no es solamente el conocimiento de su vida, sus hechos y milagros, tampoco es solamente el conocimiento de la doctrina y los dogmas de la Iglesia. El conocimiento de Jesús es un conocimiento interno, conocer lo que lo mueve, lo que le apasiona y lo que busca realizar, un encuentro personal con él, que solo se puede dar a través de la oración diaria, el contacto con su Palabra y la oración en silencio.

Amar a Jesús y que sea amado. Es consecuencia del conocerlo, el conocimiento de una persona nos lleva al amor. Al conocer a Dios descubrimos que somos profundamente amados y ese amor despierta en nosotros el amor profundo. Es un amor-ágape que nos invita a vivir en comunión, en sinergia. Este amor nos revela nuestra verdadera identidad y nos permite liberarnos de nuestro egoísmo, de nuestro falso yo. Así, siguiendo su ejemplo podemos empezar a amar verdaderamente a los demás.

El conocer y amar, nos lleva al servicio. El amor al estilo de Jesús reclama entrega. El amor como ama Jesús se transforma en seguir su ejemplo de entrega. Este servicio se transforma en un doble movimiento, en “pasión por Dios y compasión por el hermano”. Al vivir la pasión por Dios comienzo a quitar todo lo que estorba en la relación con él y a buscar todo los que nos permite realizar su sueño, su voluntad, a vivir como Jesús vivió. Al vivir la compasión por el hermano, comenzamos a ver el mundo, la sociedad y a cada persona con las que nos encontramos como Jesús las ve. El ver la vida como Jesús reclama nuestra acción y se transforma en compromiso concreto con la justicia, en servicio al necesitado y en lo que tradicionalmente se ha conocido como “obras de misericordia”.

Que el saludo marista: “V. J. M. J.” nos recuerde el ideal marista y nos comprometa profundamente a Conocer, Amar y Servir a Jesús. Yo, personalmente comenzaré a utilizarlo en mis escritos, porque es un hábito que nos recuerda el sentido de lo que hacemos.