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lunes, 7 de agosto de 2017

Fuentes de la Pedagogía Marista




Los maristas celebramos este año 200 años de fundación, considero este tiempo como un regalo de Dios tanto para el Instituto como para las personas que formamos parte de él. Es importante que reflexionemos sobre nuestros orígenes y, los que somos educadores, sobre la forma de llevarla a cabo hoy.


En el presente documento se presentan las fuentes maristas y las cualidades de la escuela marista.


Siguiendo al Hno. Juan Jesús Moral Barrio (2015) se puede afirmar que, al estudiar la pedagogía marista, sobre todo de los orígenes, tenemos cuatro fuentes o como las llama este autor “corrientes de agua viva” (p. 18).


1) La persona del fundador: El carácter y personalidad de Marcelino Champagnat, sus luchas y sus decisiones constituyen una de las fuentes de la pedagogía marista.


2) Las escuelas que promovió. La obra que dejó Marcelino Champagnat, tanto sus usos y costumbres como en la persona de los hermanos que formó.


3) La herencia de las escuelas parroquiales. Marcelino no inventó todo, recibe una herencia de personas que han promovido la educación católica, en este caso hay dos personajes importantes Charles Démia y San Juan Bautista de La Salle.


4) La unión de varias congregaciones, dos congregaciones se unen al poco tiempo de la muerte de Marcelino, los Hermanos de Saint-Paul-Trois-Châteaux y los Hermanos de Viviers, que aportarán sus propias tradiciones.


Existen varias síntesis del estilo educativo marista, que enuncian diversas características. 
Por ejemplo, el Hno. Alves(2002) presenta una síntesis en cinco aspectos: La educación integral: humanizar y personalizar; La educación cristiana (formación de la conciencia); El desarrollo cognitivo (formación de la inteligencia); Las cualidades y espíritu de una buena disciplina (formación de la voluntad); Y, la solidaridad y la participación.

Por su parte el Hno. Bergeret (1993), propone una síntesis en tres aspectos: La pedagogía de la presencia, La pedagogía del equipo y de la comunidad educativa y, la pedagogía de la creatividad y del proyecto.

El Hno. Balko (1990), presenta seis características: La Sencillez en la educación; una educación al servicio de la vida; amor tierno a los niños; Amor al trabajo; Sentido de la persona y la confianza en los jóvenes; y una actitud de no conformismo.


El Hno. Moral (2015) presenta una serie de principios y características de las escuelas fundadas por Marcelino. Como características propias de la educación y que se basan en la Primera Fuente es decir en la persona de Marcelino podemos encontrar:
a) El método de lectura, basado en la nueva pronunciación y la pronunciación de consonantes.
b) Las cualidades de una buena disciplina, sin castigos físicos y basados en la autoridad moral.
c) La importancia que dio a la catequesis.
d) La enseñanza del canto.
e) La formación pedagógica de los hermanos jóvenes.
Estos cinco puntos serían los originales del Fundador y se ven reflejados en su obra.


Además de estas cinco características, tenemos 3 características que se basan en la práctica de los primeros hermanos: (1) La pedagogía del sentido práctico y de la competencia profesional; (2) La pedagogía de la identidad clara, de la vocación y de la donación y, (3) una pedagogía sensible a las necesidades de los niños y jóvenes.


En cuanto a la pedagogía del sentido práctico y competencia profesional, tenemos que tanto Marcelino, como los primeros hermanos, se esforzaban por su actualización y reciclaje. Marcelino (fuente 1) organizará curso de formación en las vacaciones, organizará concursos de caligrafía y lectura entre los alumnos. Los hermanos participarán en esta formación. Además, Los hermanos (fuente 2) adaptarán la enseñanza a las necesidades que van encontrando, tanto en el contexto de Francia como en otros países. Su sentido práctico les permitirá encontrar nuevas estrategias educativas y en su día a día, desarrollarán una serie de soluciones que permitan hacer avanzar a los alumnos, tanto en su conocimiento de Jesús, como de las demás materias escolares. Marcelino no inventará todo, tomará lo mejor de los modelos de educación católica anteriores (fuente 3) como el manual de la Conduite de los Hermanos de La Salle (cfr. Carta 34), y conseguirá que un maestro versado en su método de clases a los primeros hermanos (cfr. Furet 1989, p. 60). El encuentro que se da con el Sr. Mazelier (fuente 4), se da en un contexto práctico, Marcelino busca salvar a sus hermanos del servicio militar obligatorio. Los maristas aprendimos de Marcelino ese sentido educativo-práctico.


De igual manera, para Marcelino (fuente 1), la vocación del hermano educador es una vocación completa. (Cfr. Carta 14). Marcelino luchará frente a los párrocos y otras autoridades para que sus hermanos solamente se ocupen en la educación de los niños y jóvenes, llegando a prohibir otras ocupaciones como las de cantor o sacristán. Estas ocupaciones pueden ser buenas en sí mismas pero restaban tiempo y dedicación a la enseñanza. Esto les permitirá a los hermanos (fuente 2), crecer en los rasgos propios de su vocación y desarrollar una pedagogía propia, basada en la sencillez, la presencia, la vida de familia y la constancia (trabajo). Su vocación según propuso Démia y el Sr. De La Salle (fuente 3), será una vida dedicada a la enseñanza.
En tercer lugar, Marcelino (fuente 1) aportará una pedagogía de la sensibilidad. La educación no es meramente intelectual ni pragmática. Marcelino define la educación en términos afectivos: “Para educar educar a los niños hay que amarlos y amarlos a todos por igual…” (Furet, 1989, Capítulo 23). Es sensible a los niños marginados, a los que no pueden acceder a la educación cristiana que ya dan los Hermanos Lasallistas en las ciudades (cfr. Carta 59). Es sensible al abandono de los niños por parte de los padres, a los niños en las misiones y a los que tienen alguna limitación. Los hermanos (fuente 2) entenderán y seguirán esta sensibilidad, y la transformarán en parte de la disciplina escolar, llegarán a entender que el niño aprende más con los ojos que con los oídos, lo cual significa que el hermano deberá ser modelo del estilo de vida que propone a sus alumnos. Esta para ser visto.


Poco a poco, y en combinación de las fuentes los maristas van descubriendo y construyendo el estilo propio que nos caracteriza en un tejer colectivo sobre la base de las necesidades que van encontrando. 


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[1] Moral Barrio, Juan Jesús (2015). La vitalidad del paradigma educativo marista (1840-1993), Colección Carisma y Principios educativos maristas núm 2. Curitiba: Editora Universitária Champagnat.
junio de 1990. Roma: Casa Generalizia Fratelli Maristi.


[2] Alves, Manoel (2000) A la suite du Fundateur Champagnat. En Cuadernos Maristas no. 18,
marzo de 2000, Roma: Insituto dei Fratelli Maristi.
[3] Bergeret, Maurice (1993). La tradición pedagógica marista. Citado por Villarreal, Guillermo (2013) Representaciones Sociales sobre Derechos de los Niños en los docentes del Instituto del Carmen. Tesis de Doctorado en Educación. Guadalajara: Universidad Marista de Guadajara.
[4] Balko, Alexandre (1990) Marcelino Champagnat Educador. En Cuadernos Maristas. No.l,

* La base del presente texto se presentó como un trabajo de la materia de Tradición Pedagógica Marista y su desenvolvimiento histórico de la Especialidad en Carisma y Principios educativos Maristas de la PUCPR

martes, 1 de agosto de 2017

Encuentro de Red de Espiritualidad Marista



Del 5 al 10 de Julio, participé en el encuentro de la Red de Espiritualidad Apostólica Marista. El encuentro se desarrolló en la Quinta Soledad (Casa Provincial de la Provincia de México Central).  El lema del encuentro fue “espiritualidad para un nuevo comienzo”.

Como seguramente conocen, los encuentros de la Red de Espiritualidad Apostólica son organizados cada dos años por la subcomisión interamericana de Espiritualidad.


En este encuentro se trabajaron 4 vías para el encuentro con Dios. Según el trabajo reflexionado, podemos encontrarnos con Dios releyendo nuestra vida y nuestra historia. También podemos encontrarnos con Dios en la historia, en todo lo que nos rodea, en nuestras calles y entre nuestra gente. Otro lugar para encontrarnos con Dios es en la oración. Además, podemos encontrarnos con Dios al salir de nosotros mismos. 

Abajo les dejo el link al sitio de la red para quien quiera profundizar en este tema. 







viernes, 19 de mayo de 2017

Testamento Espiritual de Marcelino Champagnat



El 18 de mayo de 1840, Marcelino Champagnat hizo leer ante la comunidad de L’Hermitage su testamento espiritual. El original se encuentra en los archivos de los Padres Maristas. Es un texto de gran importancia para conocer la espiritualidad y misión marista. Marcelino realiza un compendio de sus enseñanzas y las expresa en un lenguaje lleno de afecto.

Para realizarlo, Marcelino, enfermo en cama, platica con el H. Luis María y con el H. Francisco, les dicta sus pensamientos y los hermanos los ponen por escrito. La escritura (grafía) pertenece al H. Francisco. Este testamento fue leído en presencia de la comunidad, en el cuarto del Fundador. Al terminar la lectura Marcelino agregó algunas ideas. Son los dos párrafos finales.

En algunas reproducciones estos últimos dos párrafos han sido colocados en un sitio más adecuado, por ejemplo, en el texto reproducido en las constituciones de los Hermanos.

El texto que aquí se reproduce esta tomado de los archivos de CEPAM y la traducción la realizó el Hermano Aureliano Brambila, lamentablemente actualmente no se encuentra disponible en línea.

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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Aquí, en presencia de Dios y bajo el amparo de la Santísima Virgen y de san José, resuelto a transmitir a todos los Hermanos de María la expresión de mis postreras y más encarecidas voluntades, reasumo todas mis energías para redactar mi testamento espiritual , según creo más conforme a la voluntad de Dios y al bien de la Sociedad.

Deseo que reine siempre entre los Hermanos de María una obediencia total y perfecta; que los súbditos, viendo en los superiores la persona de Jesucristo, los obedezcan de corazón y espíritu y renuncien siempre, si fuere necesario, a su voluntad y sus propios juicios. Recuerden que el religioso obediente cantará victoria y que la obediencia es, sobre todo, el cimiento y soporte de la comunidad. Animados de este espíritu, sométanse ciegamente los Hermanitos de María no sólo a los superiores mayores, sino a cuantos estarán encargados de dirigirlos y guiarlos. Penétrense bien de esta verdad de fe: el superior representa a Jesucristo y, cuando manda, debe ser obedecido como si mandara el mismo Cristo.

Les ruego también, muy queridos Hermanos, con todo el cariño de mi alma y por el que ustedes me profesan, que se comporten de tal modo que la caridad reine siempre entre ustedes. Ámense unos a otros como Cristo les ha amado. No haya entre ustedes sino un solo corazón y un mismo espíritu. Ojalá se pueda afirmar de los Hermanitos de María lo que se decía de los primeros cristianos: ¡Miren como se aman!... Es el deseo más vivo de mi corazón en estos últimos instantes de mi vida. Si, queridos Hermanos míos, escuchen las últimas palabras de su Padre, que son aquellas de nuestro amadísimo Salvador: “Ámense unos a otros”.

Deseo, queridísimos Hermanos míos, que esta caridad, que debe unirles a todos juntos como miembros de un mismo cuerpo, se extienda también a las demás congregaciones. ¡Ah! les ruego por la caridad sin límites de Jesucristo, que no envidien jamás a nadie, y menos aún a quienes el buen Dios llama al estado religioso para trabajar, como ustedes, en la educación de la juventud. Sean los primeros en alegrarse de sus éxitos y apenarse de sus desgracias. Encomiéndenlos a menudo al buen Dios y a la divina María. Denles con gusto la preferencia. Jamás presten oídos a los comentarios que pudieran perjudicarlos. Que la sola gloria de Dios y el honor de María sean su único fin y toda su ambición.

Del mismo modo que su voluntad debe coincidir con la de los Padres de la Sociedad de María en la obediencia a un Superior General único, es mi deseo que sus corazones y sentimientos se fusionen siempre en Jesús y María. Que sus intereses sean los de ellos; constituya un placer para ustedes volar en su ayuda siempre que se lo pidan. Que un mismo espíritu, un idéntico amor les unan a ellos como las ramas a un mismo tronco y como los hijos de una sola familia unidos a una buena Madre, la divina María. El Superior general de los Padres, siéndolo también de la rama de los Hermanos, ha de ser el centro de unión de unos y otros. Como sólo he tenido motivos de felicitarme por la sumisión y obediencia que siempre me han mostrado los Hermanos de María, deseo y espero que el Superior General encuentre siempre la misma obediencia y sumisión. Su espíritu es el mío, su voluntad la mía. Considero que esta perfecta armonía y esta sumisión total constituyen la base y soporte de la Sociedad de los Hermanos de María.

Pido también al buen Dios y deseo con todo el afecto de mi alma que perseveren fielmente en el santo ejercicio de la presencia de Dios, alma de la oración, de la meditación y de todas las virtudes. Que la humildad y la sencillez sean siempre la característica de los Hermanitos de María. Que una tierna y filial devoción a nuestra buena Madre les anime en todo tiempo y circunstancia. Háganla amar por todos cuanto les sea posible. Es ella quien es la primera Superiora de toda la Sociedad. A la devoción a María junten la devoción al glorioso san José, su dignísimo esposo. Ustedes saben que es uno de sus primeros patronos. Desempeñan el oficio de ángeles custodios junto a los niños que les están confiados: tributen también a estos espíritus puros un culto particular de amor, respeto y confianza.

Hermanos míos muy queridos: sean fieles a su vocación: ámenla y perseveren en ella con entereza. Manténganse en un gran espíritu de pobreza y desprendimiento. Que la observancia diaria de sus santas Reglas les preserve de faltar jamás al voto sagrado que les une a la más bella y delicada de las virtudes. Cuesta vivir como buen religioso, pero la gracia lo suaviza todo. Jesús y María les ayudarán; además la vida es muy breve y la eternidad no tendrá fin. ¡Ah! qué consolador resulta, cuando se va a comparecer delante de Dios, recordar que se ha vivido bajo el amparo de María y en su santa Sociedad. Dígnese esta buena Madre conservarles, multiplicarles y santificarles. Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunicación del Espíritu Santo estén siempre con ustedes. Los dejo a todos, confiadamente en los santos Corazones de Jesús y de María, hasta que tengamos la dicha de reunirnos juntos en la eterna bienaventuranza.

Esta es mi última y expresa voluntad, para gloria de Jesús y de María

El presente testamento espiritual será entregado al Padre Colin , Superior General de la Sociedad de María.

Hecho en Notre-Dame de l’Hermitage, el dieciocho de mayo de mil ochocientos cuarenta, en presencia de los testigos que firman abajo .

El Superior y Fundador de los Hermanitos de María,

José Benito Marcelino Champagnat, presbítero.



Suplico humildemente a quienes de alguna manera haya podido ofender o escandalizar, si bien no recuerdo haber disgustado a nadie voluntariamente, que tengan a bien perdonarme por la caridad infinita de Nuestro Señor Jesucristo, y unir sus plegarias a las mías para alcanzar del buen Dios que se digne olvidar los pecados de mi vida pasada y acoger mi alma en su infinita misericordia.

Muero lleno de respeto, gratitud y sumisión al Superior General de la Sociedad de María y animado por los sentimientos de la unión más perfecta con todos los miembros que la componen, especialmente con los Hermanos que el buen Dios hubo confiado a mis desvelos y que siempre han sido tan queridos a mi corazón.

CHAMPAGNAT.



H. Francisco , H. Luis María , H. Juan María , H. Luis , H. Estanislao , H. Buenaventura.




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Existe un canto del grupo Kairoi que se basa en el Testamento Espiritual de Marcelino.





Imagen tomada de: http://www.champagnat.org/410.php?a=10c&cat=5Fines_LA#

viernes, 24 de marzo de 2017

La herencia que recibimos los maristas.



Los Laicos y Hermanos Maristas hemos recibido una valiosa herencia tanto de nuestro fundador como de los hermanos y laicos que nos han precedido. Hoy somos herederos de este carisma que es un regalo para la Iglesia y el Mundo. Profundizar esta herencia pasa por el conocimiento de la vida y experiencia espiritual que vivió Marcelino Champagnat. Un símbolo que puede ayudarnos a recordarlo es L’Hermitage, la casa que construyeron Marcelino y los primeros hermanos.

La casa de L’Hermitage, nuestra herencia, nos viene junto con una misión. La misión de la educación cristiana de los niños y jóvenes. Los maristas continuamos un proceso surgido en la Iglesia desde antiguo, primero como catequesis, luego como preparación de sus sacerdotes y religiosos. Poco a poco, a lo largo de los siglos, van surgiendo congregaciones dedicadas a la formación de los niños y jóvenes. Marcelino Champagnat se sitúa en este proceso. Ve una necesidad: la formación de los niños y jóvenes del campo. En este tiempo, los niños de las grandes ciudades de Francia eran atendidos por los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Sallistas) con ellos resurgen las comunidades de Hermanos, es decir, de cristianos no sacerdotes consagrados a Dios.

Los tiempos de la fundación de los maristas, se sitúan en un contexto político nuevo, la Revolución Francesa. Dicha revolución tuvo un carácter anti-religioso. Marcelino, junto con otros fundadores de su tiempo, sentirá la necesidad de trabajar por la reevangelización de su país (restauración) y por la evangelización del mundo recién descubierto (Islas de Oceanía). Un tiempo de la construcción de un modelo nuevo.

De forma general, los fundadores de congregaciones de este tiempo tendrán una visión de una sociedad corrompida, una visión de una serie de catástrofes apocalípticas que comenzaron en la reforma protestante, continuaron en el siglo de las Luces y seguían durante la revolución francesa y propondrán, como respuesta, un nuevo tipo de religiosos, de tradición misionera cuyo prototipo fue la Sociedad de Jesús (Jesuitas) (Lanfrey 2015: 136).

Marcelino, en el seminario conoce a dos compañeros Courveille y Colin, con ellos y algunos más, formará un grupo de seminaristas piadosos que el terminar su formación se comprometerán en el santuario de Fourvière a la fundación de una sociedad dedicada a María. Ellos lo veían como una respuesta de Dios a esos últimos tiempos que estaban viviendo y se encargarían de la evangelización, para ello realizarían misiones y fundarían escuelas.

Marcelino aporta una idea nueva, un grupo de “hermanos” que se dediquen fuertemente a la parte educativa. Es difícil saber con precisión a qué se refería con Hermanos, podría ser un grupo de laicos piadosos formados como maestros cristianos, especialistas en la catequesis, o podría ser, un grupo de Hermanos, miembros de una congregación religiosa. Este último será la evolución histórica que tomará forma en L´Hermitage. En el prospecto de 1824 dirá:

“Para superar ese inconveniente [dificultades en la educación de las zonas rurales], se ha formado un establecimiento de maestros, bajo el nombre de Hermanitos de María; y en este momento, se construye una casa de ese instituto en el Hermitage de Notre-Dame-sur-Saint- Chamond, departamento de Loire.” (Citado por Lanfrey 2015: 266)

Marcelino Champagnat vio la educación cristiana como una forma de evangelizar. Como un ministerio catequético. En los estatutos de 1836, en el primer artículo dirá:

“Los Hermanitos de María tienen por objeto principal la instrucción primaria; ellos enseñan el catecismo, la lectura, la escritura, el cálculo, los principios de la gramática, el canto de la iglesia y la historia santa. En su enseñanza, siguen el método de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.” (Citado por Lanfrey 2015: 305)

Marcelino pensó en educadores cristianos. Una visión diferente a la de los maestros de la época, y con bases diferentes a las propuestas por la universidad post-revolucionaria. Los Hermanos Educadores debían ser apasionados por Dios, creyentes piadosos (en el lenguaje del Siglo XIX); dedicados a tiempo completo a la formación de la juventud, por lo cual no quería que se involucraran en otras funciones ya sea eclesiásticas (como sacristanes, cantores, lectores, campaneros…) o civiles (como secretarios de los ayuntamientos).

Un aspecto importante es que Marcelino consideraba la educación de niños y jóvenes como una vocación completa. Veía ésta vocación como un apostolado laical. Con esta concepción Marcelino fue punta de lanza en la doctrina de vocación laical y de apostolado de los laicos. Prueba de esto son las cartas de Marcelino al Hermano Bartolomé, por ejemplo, la carta 14:

Sé también que tienen gran número de niños, o sea, que tendrán un gran número de imitadores de sus virtudes, porque sus niños se formarán según sean ustedes, según sean sus ejemplos así ajustarán ellos su conducta. ¡Qué importante es su trabajo y qué sublime! Están continuamente con aquéllos de los que Jesús hacía sus delicias, ya que prohibía expresamente a sus discípulos impedir a los niños acercarse a él. … ¡Oh!, qué bien recibidos serán por este divino maestro, este maestro gene-roso. . . Digan a sus niños que Jesús y María los quieren mucho a todos: a los que son buenos por que se parecen a Jesús Cristo, que es infinitamente bueno, a los que aún no lo son, porque llegarán a serlo. (PS014)

Marcelino reivindicará la vocación de hermanos laicos, autónomos, aunque bajo la dirección de sacerdotes. Marcelino no verá al Hermano como un doméstico sino como un Apóstol-catequista, aunque esto le traerá problemas principalmente con el P. Colin, ya que en ese momento la Iglesia no tenía definido este estado religioso.

Marcelino veía a los jóvenes necesitados de catequistas y educadores por eso forma hermanos, que puedan orientarlos en este tiempo de crisis, que los salven del peligro de los maestros-mercenarios (los maestros de la revolución), que no buscan su desarrollo y salvación, sino que los desorientan tanto con sus palabras como con su forma de vida. El Hermano Juan Bautista, su biógrafo escribirá:

“Si tan sólo se tratase de enseñar la ciencia profana a los niños, no harían falta los hermanos; bastarían los maestros para esa labor. Si sólo pretendiéramos darles instrucción religiosa, nos limitaríamos a ser simples catequistas, reuniéndolos una hora diaria para hacerles recitar la doctrina. Pero nuestra meta es muy superior: queremos educarlos, es decir, darles a conocer sus deberes, enseñarles a cumplirlos, infundirles espíritu, sentimientos y hábitos religiosos, y hacerles adquirir las virtudes de un caballero cristiano. No lo podemos conseguir sin ser pedagogos, sin vivir con los niños, sin que ellos están mucho tiempo con nosotros” (Furet 1989: 547).

Marcelino veía la educación cristiana no solamente como enseñanza del catecismo, quería preparar a los jóvenes para la vida, no solo enseñarles a leer, escribir y contar sino para que lleven una vida íntegra y sean gente de bien. Para hacerlo pedía que los hermanos imitaran a los hermanos de las Escuelas Cristianas, que eduquen a los niños y jóvenes con el método que ellos utilizaban. Tuvo una especial preocupación por los pobres, para llegar a ellos pedía a los hermanos que vivan de forma sencilla.

Con respecto a los maestros que daban clases, revolucionarios y más tarde enviados por la universidad dirá: “no se puede ser un auténtico maestro de enseñanza primaria sin dar prioridad a la educación cristiana” (Lanfrey 2015:337). Por eso daba gran importancia al ejemplo, más tarde afirmará: la principal lección es el ejemplo.

Para llevar a la práctica estas ideas, Marcelino tendrá que superar muchas dificultades. Ya se ha hablado del problema de la identidad de los hermanos y del conflicto con el P. Colin. Además, se tendrá que preocupar de la formación de los hermanos y de la aceptación por el gobierno.

Para formación de los hermanos, Marcelino tiene el doble reto de formarlos como religiosos y como maestros. Para hacerlo construirá la casa de L’Hermitage, que mucho tiempo funcionará como casa central y noviciado, aquí los novicios maristas aprendían a orar, el catecismo y los principios de la vida cristiana, además, aprendían a leer y escribir bien. El hermano Sylvestre, formado L´Hermitage en 1831, describe el noviciado de su tiempo:

En cuanto al personal, se componía de una veintena de hermanos ancianos, empleados en diversos talleres o en otras cosas, y una decena de hermanos jóvenes o novicios, a quienes se daba durante dos horas al día, lecciones de lectura, ortografía, cálculo y sobre todo de catecismo y escritura elemental (Sylvestre 1992: 299, citado por Lanfrey, 2016: 402).

También, en L’Hermitage reunirá a todos los hermanos, en los tiempos de vacaciones, para un retiro espiritual y tiempos de estudio. Esta formación será completada con la vida del día a día en las comunidades, donde, los directores de las escuelas (y al mismo tiempo superiores de la comunidad) tenía el deber de enseñar en la práctica a los hermanos, volverlos maestros y religiosos, apoyados en un horario de estudio y en la práctica diaria. Esta práctica será reflejada en el reglamento de 1837:

[Después de levantarse a las cuatro y de las oraciones,] a las cinco y media se escribe o se hacen algunos modelos [de escritura] si no hay suficientes. A las seis y media, el lunes, martes y miércoles, los hermanos estudian Gramática o preparan el dictado. El viernes y sábado se emplea esta media hora en la Aritmética o en la lectura de manuscritos. Si es necesario, se puede dedicar al estudio de estas materias la media hora de tiempo libre que precede al oficio de la tarde (Règle,1837, p. 16 citado por Lanfrey 2016:400).

Estos ejercicios son presididos por el Director que debe formar en la ciencia a los que están a su cargo. No cabe duda que Marcelino daba importancia a la formación de sus hermanos, logrando que jóvenes hijos de campesinos se volvieran, en pocos años, experimentados evangelizadores y maestros.

Varias cualidades nos deja Marcelino como parte de su herencia. Entre ellas quiero destacar la solución a los problemas prácticos. Marcelino era una persona que experimentaba las dificultades y encontraba la mejor manera de solucionarlas, no se enredaba en teorías, descubrió la necesidad de los niños y jóvenes sin educación y sin catequesis y la resolvió fundando a los maristas. Ante la dificultad de la aprobación civil sabe solucionar las principales adversidades de no contar con ella. Ante la necesidad de una casa más grande, construye.

Marcelino se compromete en la evangelización, se apasiona por Dios y quiere transmitirlo a los demás, hoy que queremos vivir un nuevo comienzo es tiempo de volver a apasionarnos por Dios.

Marcelino sabe confiar en su gente y delega las decisiones en el nivel que corresponde como las necesidades de formación en los directores. De igual manera se preocupa por la formación tanto inicial como permanente, para que responda a las necesidades que existen.

Finalmente creo que Marcelino sabe ver soluciones donde otros ven problemas, quizá esto lo aprendí en L’Hermitage. Creo que es muy conocida la anécdota, cuando en tiempos de Marcelino, los obreros que estaban construyendo L’Hermitage se cansan y le dicen al Padre Champagnat que no se puede cortar la roca, y que el mismo se pone a cortarla con fuerza. Para unos un gran problema, un pequeño valle con una colina de rocas que estorbaba. Pero desde otro punto de vista, seguramente Marcelino consiguió ese terreno por que tenía materia prima para la construcción. La roca para Marcelino en vez de ser un obstáculo era algo con lo cual podría construir. Así construyó L’Hermitage. Construcción que queda como símbolo de la herencia que hemos recibido. Ojalá que nosotros, como Marcelino sepamos ser dignos herederos y donde otros ven problemas nosotros veamos la materia prima para la solución.





Furet, Juan Bautista (1989). VIDA DE JOSÉ BENITO MARCELINO CHAMPAGNAT. Edición del Bicentenario. Roma: Casa General de los Hermanos Maristas.

Lanfrey, André (2015). MARCELINO CHAMPAGNAT Y LOS PRIMEROS HERMANOS MARISTAS 1789-1840: Tradición educativa, espiritualidad misionera y congregación. Carisma y principios educativos maristas, Vol. 1. Curitiba (PR): Editora Universitária Champagnat



RAYMOND, Borne; SESTER, Paul. CRÓNICAS MARISTAS VI: cartas del P. Champagnat – 2. Biografías y topónimos. Roma: Luis Vives, 1987. Consultado en Internet en: https://sites.google.com/site/cepamlbcartasde/02-ch111000-conjuntos-de-cartas-activas/CartasdeMarcelino.doc?attredirects=0&d=1 en noviembre de 2016


* Este texto se presentó inicialmente como trabajo en la materia de "Origenes de la Tradición Pedagogica Marista" tomada en el 2016 en la maestría en Carisma y Misión Marista en la PUCPR-Curitiba

viernes, 17 de febrero de 2017

Laicos Maristas



La presente entrada quiere ser una continuación en la reflexión del blog sobre el Carisma Marista, de los estados de vida y de la vida laical. Aclaro desde el principio que escribo como parte del Equipo de Vida Religiosa y Laical de la provincia, pero que mi propio estado es la vida religiosa, espero un día invitar a algunos laicos a abordar este mismo tema. 

¿Quiénes son los laicos maristas? Los laicos maristas son personas (profesores, padres y madres de familia, jóvenes, exalumnos, administrativos, auxiliares) que después de un camino personal de discernimiento deciden vivir su vocación cristiana desde la espiritualidad y la misión marista, es decir, al estilo de María, siguiendo la intuición de Marcelino Champagnat.

Como cristianos y cristianas, los laicos maristas, han escuchado en su vida la llamada de Dios a vivir el carisma de Champagnat y, desde el estado de vida laical, responden a ella. Son personas cristianas que sienten el llamado de Dios a vivir con profundidad su vocación cristiana en la escuela espiritual de Marcelino Champagnat. Enriquecen el carisma marista. Debemos recordar que la vida marista, como lo entendemos actualmente, no es sólo propiedad de los hermanos. Hay una manera laical de vivirla.

Esta visión parte, fundamentalmente, de la reflexión del Concilio Vaticano II. Actualmente hay un desarrollo significativo en la comprensión de la vocación laical. Tenemos que partir de un cambio en el significado en el modelo de Iglesia y en la manera de entender la vocación, hoy se entiende más que como un llamado exclusivo para un estado de vida, como una manera  para llegar a la plenitud según el plan particular que Dios tiene para esa persona concreta. Cuando le agregamos el adjetivo marista, nos referimos a los que se sienten llamados por Dios a moldear sus vidas con los rasgos del carisma marista.

Los laicos, no son religiosos chiquitos, son fieles cristianos que viven en familia y que están inmersos en las actividades del mundo. Incorporados a Cristo mediante el bautismo, y unidos con los que viven en otros estados de vida (religiosos o sacerdotes) formamos el Pueblo de Dios.

Como bautizados participan de la función profética sacerdotal y real de Jesucristo. Por tanto, están llamados a anunciar con alegría y esperanza la buena nueva del Reino, denunciar las situaciones de pecado e injusticias que existen en el mundo de hoy.

Un laico llega a ser Marista cuando se compromete y asume el modelo de María, según el camino de Champagnat. La vocación laical marista no brota de un momento de empatía o de entusiasmo, sino que requiere de procesos internos, tiempos y contrastes.

Para poder llegar, como dice el documento de "En torno a la misma mesa": a vivir nuestra adhesión al proyecto de Jesús, al estilo de María: desde la sencillez del trabajo cotidiano, desde la escucha, la fraternidad y la oración; A ser testigos de la ternura de Dios a todas las personas, de modo especial damos testimonio de este amor entre los niños, los jóvenes y los necesitados; A descubrir en la Comunidad Marista una manera diferente de vivir, descubrimos un dinamismo que nos humaniza y nos potencia; A evangelizar, a servir, a construir relaciones fraternas, solidarias y cálidas y a celebrar la fe.

Para terminar creo necesario recordar que las vocaciones de Hermano y de laico marista se complementan. No nacen para sustituirse sino para apoyarse mutuamente. Juntos debemos descubrir cómo vivir el seguimiento de Jesús al estilo de Champagnat, y juntos nos animamos en nuestra entrega en la misión, en la espiritualidad y en nuestra vida en común.

viernes, 20 de enero de 2017

Estados de Vida


Se agradece a Ricardo Romo por su autorización para publicar su dibujo. 

Hace tiempo publiqué una entrada de Blog que trataba sobre el Carisma Marista. En esa entrada expresaba que todo carisma tiene un espíritu, una espiritualidad, una misión y un estado de vida.

Poco después, realicé una entrada sobre la misión marista, hoy quiero retomar el tema del carisma marista desde los estados de vida. Aclaro desde el principio que escribo como Religioso-hermano que soy.

Al hablar de estados de vida, nos situamos en el contexto de la vocación personal. Podemos decir que un estado de vida es el modo específico de realizar la vocación. Otra forma de decirlo sería el modo de ser persona, una situación permanente y duradera (“estado” = se está), que funda y justifica aspectos específicos de su vida y actividad. El término se relaciona con la condición jurídica en el derecho canónico de la persona.

El concilio Vaticano II, en el documento Lumen Gentium considera la Iglesia como cuerpo que articula a los sacerdotes, los laicos y los religiosos. Así tenemos los ministros ordenados en un primer grupo, a todos los que han recibido el orden sacerdotal en cualquiera de sus grados, ya sean obispos, presbíteros o diáconos. En un segundo grupo a los laicos, todos los bautizados que viven su consagración en el mundo y, finalmente, los religiosos, que se caracterizan por un seguimiento radical de Jesús siguiendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.

Por casi siglo y medio, el carisma marista de Champagnat se vivió por los Hermanos Maristas, religiosos-hermanos, o religiosos laicos como antiguamente nos llamaban.

Hoy reconocemos que el carisma marista es un regalo para toda la Iglesia y puede ser vivido desde cualquiera de los estados de vida. Así lo indica el documento de En torno a la misma mesa en su número 4: “Así ha sido también entre nosotros, los maristas. El carisma de San Marcelino Champagnat, presente en el Instituto de los hermanos, ha arraigado entre los laicos. A algunos de nosotros [laicos], Dios nos ha tocado y nos ha dado un corazón marista. Ciertamente, más que decisión nuestra, ha sido iniciativa de Dios. No podemos vivir de otra manera, somos maristas”.

lunes, 7 de noviembre de 2016

¿A qué nos referimos con el término Carisma?

Uno de los términos que muchas veces utilizamos y se presta a confusión es la palabra “Carisma”.
A menudo encontramos este término, tanto en televisión o revistas mencionando que una persona es “Carismática”. Igual, en la Iglesia se habla a menudo, tanto en los documentos de la Iglesia como en las congregaciones religiosas.
La palabra carisma viene del griego charis y significa “gracia”, “favor”, “regalo”, “don gratuito”. Cuando el término se refiere a espiritualidad nos referimos a un don o gracia que otorga Dios a una persona o comunidad para provecho de todo el Pueblo de Dios y de la humanidad.
San Pablo en sus cartas enfatiza la importancia que tienen estos dones, afirmando que su diversidad enriquece a toda la comunidad eclesial. En este sentido cada uno recibe una gracia particular con la cual participa en la construcción de una Iglesia más espiritual y un mundo mejor.
El H. Seán Sammon (2006), cuando era Superior General,  explicaba el carisma institucional de la siguiente manera:
El carisma que entró en la Iglesia y en el mundo a través de Marcelino Champagnat representa mucho más que una asignación de tareas concretas que respondan a su sueño original; más que un particular estilo de oración o una determinada espiritualidad, por importante que todo ello pueda ser; y más que una mezcla de las cualidades que marcaron la vida de nuestro fundador. El carisma de nuestro Instituto es nada menos que la presencia viva del Espíritu Santo. Dejar que el Espíritu actúe dentro de nosotros y por nuestro medio puede dar lugar a resultados sorprendentes... El Espíritu que se manifestó de manera tan activa en nuestro fundador suspira hoy por vivir y alentar dentro de nosotros.
Todo carisma tiene cuatro elementos del Carisma:  Modo de Ser (Espíritu), Espiritualidad, Misión y Estado de Vida.

El Espíritu nos nace diferentes a otras familias carismáticas, por ejemplo, los Lasallistas, que son cercanos a nosotros en la misión y estado de vida, pero con un espíritu diferente. El espíritu de una familia carismática es fácil reconocerlo en el fundador y los principales hermanos. Marcelino era un hombre de acción y un hombre de corazón.  Tenía un alma de niño, transparente de sencillez y unificada por el impulso de la buena voluntad. Es esta alma marcada por la sencillez, que se vive en comunidad.

La espiritualidad marista es el estilo de nuestra relación con Dios. Normalmente, en concreto sería responder a las preguntas: ¿Qué es lo que caracteriza la actitud marista delante de Dios? ¿Existe un modo de orar marista? En marista tiene que ver con la actitud filial, con vivir en la presencia de Dios, con la confianza en Dios, con el seguimiento de Jesús como María.

La Misión es educar cristianamente a los niños y jóvenes, especialmente a los más desatendidos. “Contribuir a que las nuevas generaciones descubran el rostro de Dios y tengan vida en abundancia. Siguiendo las huellas de Champagnat, también nosotros debemos responder al grito de los Montagne de hoy. No podemos ver a un niño sin amarle y decirle cuánto le ama Dios.” (EMM 42) otra forma de enunciarlo sería: “Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar”

El estado de vida es el estilo general de vivir, se refiere a vivir en matrimonio, el sacerdocio, la consagración religiosa o la soltería.