El 12 de septiembre en la Iglesia se celebra una fiesta mariana, la fiesta del "Dulce Nombre de María". Y los maristas la hemos tomado por fiesta de la Familia Marista, puesto que llevamos su nombre.
Hoy es un día para recordar que pertenecemos a una familia formada por la herencia de cuatro congregaciones religiosas: Padres Maristas, Hermanos Maristas (o Hermanitos de María), Hermanas Maristas, Hermanas Misioneras de la Sociedad de María, además de muchos grupos de Laicos.
Los primeros maristas tomaban la imagen de un árbol de cuatro ramas. Cada una de las ramas maristas desarrolló su carácter propio, y la naturaleza y autonomía que adoptaron condujo a procesos separados en la respuesta a las diversas necesidades apostólicas y otros varios factores. Así que, actualmente, a pesar de que la familia religiosa marista tiene un origen común, cada una de las congregaciones tiene su propia y única historia:
Padres Maristas
Después de la promesa de Fourvière, en 1816, el recién ordenado Jean-Claude Colin fue nombrado párroco de Cerdon durante seis años. Durante este periodo, trabajó en el primer esquema de lo que se llama la “regla” de la congregación. El 29 de abril de 1836, tras ser aprobada la rama sacerdotal de la Sociedad, el P. Colin fue electo primer Superior General y se recibió como tierra de misión el Pacífico Occidental.
Durante los 18 años de su generalato, la Sociedad creció considerablemente. Fundó varias casas en Francia y envió muchos Maristas al campo de la misión en Oceanía. También dedicó mucho tiempo a escribir las Constituciones. Fue un momento de numerosos desafíos y grandes dificultades.
Los Padres Maristas buscan dar testimonio, al estilo de María, de la Iglesia de Jesucristo, una Iglesia humilde y servidora, que llega a todos, especialmente a los más abandonados. Ésta es su misión. Están en 37 países y su prioridad es anunciar el Evangelio a los jóvenes, especialmente aquellos con dificultades, y los no creyentes.
La autonomía de cada una de las ramas de la Sociedad de María aprobadas por Roma, les permitió desarrollar su propia espiritualidad con matices particulares como expresión del proyecto común: anunciar la salvación en Cristo para todos los hombres y todas las mujeres, bajo la protección y la mirada y el estilo de María.
En la espiritualidad de los Padres Maristas se destacan: la conciencia de ser gratuitamente elegidos y llamados por María; su vocación de ser apoyo para la Iglesia, como lo fue María; ser instrumentos de la misericordia divina en una forma discreta y; el deseo de hacer grandes cosas para Dios, pero de forma ignorada y como escondida en el mundo.
En la actualidad, la rama de los Padres Maristas está formada por más de 950 miembros, que viven en regiones administrativas llamadas Provincias y Distritos Misioneros.
Hermanas Maristas
Jeanne-María Chavoin nació en un pueblo francés llamado Coutouvre, al noroeste de Lyon, el 29 de agosto de 1786. Fue educada en la escuela del pueblo por sus padres y por un sacerdote a quien la familia Chavoin daba abrigo en aquel tiempo. Marie Jotillon, cuatro años más joven que ella, era su amiga íntima, con quien compartía semanalmente sus alegrías espirituales y las cuestiones de fe, compartiendo sobre la búsqueda de la voluntad de Dios en sus vidas.
Un día llegó una carta del P. Pierre Colin, quien había pasado cuatro años en Coutouvre y conocía a Jeanne-Marie. En la carta, les informó de que su hermano Jean-Claude estaba tratando de fundar una Sociedad en nombre de María y buscaba apoyo para la fundación de la rama femenina. Pierre la invitó a ir a Cerdon para servir como ama de llaves; ella lo pensó mucho y decidió intentarlo.
Fue a Cerdon en 1817, donde los hermanos Colin le compartieron muchas de sus ideas y planes, incentivándola a formar parte de su proyecto. Más tarde, en 1823 se estableció una nueva diócesis y el nuevo Obispo de Belley, Monseñor Devie, dio permiso para que la rama de la Sociedad de María comenzara, bajo la autoridad y dirección de los Padres Colin, párroco y vicario de la parroquia de Cerdon, llamada Congregación de las Hijas de María.
El 8 de diciembre de 1824, nueve jóvenes fueron recibidas en la Congregación de María y Jeanne-Marie fue elegida como su líder, recibiendo el nombre de Madre San José. Ellas se dedicaron a María, a quien consideraban como su Primera y Perpetua Superiora. Madre San José es la fundadora y el P. Jean-Claude Colin, que escribió su primera regla, se considera cofundador.
Con los años, la congregación continuó creciendo y se extendió a otras partes del mundo. Está presente en 15 países, con más de 400 Hermanas que trabajan en áreas de educación, trabajo social, salud, formación de agentes laicos en la Iglesia, y responden al llamado ahí donde las necesidades son mayores. Atienden a los demás, “como María”. Una presencia de María entre los Apóstoles que no dicta los contenidos o métodos utilizados para anunciar a Jesús, sino que inspira un espíritu de respeto para todos, de lo que el Espíritu hace en cada uno.
Hermanas Misioneras de la Sociedad de María
Las Hermanas Misioneras de la Sociedad de María (SMSM) no tienen un fundador o fundadora, sino un valiente grupo de 11 mujeres en los orígenes de su vocación, llamadas “pioneras”. Sin embargo, ninguna de ellas puede ser considerada la fundadora. Entre 1845 y 1860, el grupo dejó su tierra natal en Francia para ir a Oceanía, “extender el Reino de Jesucristo y dar a conocer a María hasta los confines de la tierra”. Cuando la Sociedad de María fue reconocida como congregación en 1836, asumió la responsabilidad de evangelizar las islas de Oceanía, junto con los grupos de Padres Maristas que salieron hacia el Pacífico, salio una mujer pertenecientes al laicado marista (Tercera Orden). Al subir a bordo de un buque mercante rumbo a las islas del Pacífico, Marie Francoise Perroton respondió al deseo de ser misionera, pertenecer a la Sociedad de María y abrazar la vida consagrada. Después de 12 años en Oceanía, otras mujeres llegaron de Francia. Esas Hermanas Pioneras, están en los orígenes de las Hermanas Misioneras de la Sociedad de María. Y aunque fueran Laicas, su deseo de ser misioneras, Maristas y religiosas consagradas nunca vaciló.
El 30 de diciembre de 1931, a ese grupo de la Sociedad de María le fue dado el nombre de Hermanas Misioneras de la Sociedad de María, reconocido como Instituto de Derecho Pontificio.
Abiertas a la misión universal de la Iglesia, responden a los llamados de la Iglesia, más allá del Pacífico: el Caribe, África, América Latina, Asia, Europa y Estados Unidos.
Con el lema “Para gloria de Dios y el honor de María” en comunidades internacionales, viven y oran juntas, para ser testigos de que el amor de Dios nos une. Su consagración se expresa a través de los tres votos: castidad, pobreza y obediencia.
Actualmente, las SMSM están comprometidas en el servicio misionero en 25 países y son más de 440 Hermanas de nacionalidades diferentes. Y se les envía a comunidades muy específicas. Consagradas a las misiones, ellas eligen ser el lazo de unión donde la violencia, la pobreza y el rechazo de los demás son el plato de cada día. A través de su entrega profesional o de beneficencia para los enfermos, las mujeres, los niños y los jóvenes, pero sobre todo por su vida cerca de las personas, ellas tratan de ser testigos de la ternura y la misericordia de Dios.
Hermanos Maristas o Hermanitos de María
Los Hermanos Maristas son hombres consagrados a Dios, que siguen a Jesús como María, viviendo en comunidad y dedicándose especialmente a la educación evangelizadora de niños y jóvenes, con especial atención a los más necesitados.Para seguir profundizando puedes leer el artículo sobre el origen de la Sociedad de María.