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viernes, 3 de noviembre de 2017

El Instituto Marista y el Vaticano II


Foto de Andreas Tille - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, Enlace


Creo que los últimos años, del Instituto y de la Iglesia, han estados marcados por el Concilio Vaticano II. Solo para recordar en 1962, se inaugura en Roma el Concilio Vaticano II. Convocado por el Papa Juan XXIII, este Concilio será el detonante de una serie de cambios o “puesta al día” de la Iglesia.
Hay un sacerdote Jesuita, Víctor Codina que lee el concilio en 4 claves. (1) Una nueva postura ante el mundo; (2) El redescubrimiento de la comunidad, la Iglesia misma es definida como una comunidad-Pueblo de Dios; (3) El retorno a las fuentes; y (4) el redescubrimiento del Espíritu Santo.
Estas mismas claves han influido en la vida marista.
Primero: Los maristas nos situamos de una manera nueva ante el mundo, el mundo ya no se ve de la manera dualista como encarnación del mal, sino como el terreno donde debemos cultivar el Reino de Dios, se ve como sacramento de Dios. Por tanto, las relaciones de desconfianza con la política y la ciencia cambiaron, creo que en nuestra educación ya superamos (espero) la etapa de la división entre ciencia y religión, por ejemplo, en el relato de la creación del mundo. Al mismo tiempo, se desarrolla el diálogo, como nos han mostrado los hermanos del XXII capítulo general. Esta misma postura nos lleva a valorar mejor la dignidad humana, a denunciar lo que va en contra de la dignidad como pecado que es y a luchar por un mundo más humano y justo. La misión no solo es enseñar el catecismo y las demás materias, evangelizar incluye la promoción humana de nuestros alumnos.
Segundo: Los maristas queremos visión de Iglesia como Pueblo de Dios, donde los laicos se sienten a la “misma mesa”, reconociéndonos hijos de un mismo Padre. Sabemos que Dios regala el carisma marista tanto a los religiosos-hermanos como a los laicos. Al mismo tiempo nos convertimos en promotores de un estilo comunitario basado en la fraternidad y la comunión. Con una visión diferente de la autoridad que se transforma en servicio.
Tercero: En un retorno a las fuentes. En una continuidad con los hermanos que nos han precedido, bebiendo de las fuentes de Marcelino Champagnat, queremos actualizar el carisma. Es por eso que se han renovado los documentos base, se han escrito documentos como Misión Educativa, Agua de la Roca, En torno a la misma mesa y los hermanos nos encontramos en la revisión de las constituciones.
Finalmente, reconocer que el carisma es obra del Espíritu Santo, él dirige y guía a la Iglesia y al Instituto y regala dones y carismas a sus hijos. Este mismo Espíritu que nos invita a discernir su voluntad y a realizarla. Que capacita tanto a laicos como hermanos para los puestos de autoridad-servicio.