La presente entrada quiere ser una continuación en la reflexión del blog sobre el Carisma Marista, de los estados de vida y de la vida laical. Aclaro desde el principio que escribo como parte del Equipo de Vida Religiosa y Laical de la provincia, pero que mi propio estado es la vida religiosa, espero un día invitar a algunos laicos a abordar este mismo tema.
¿Quiénes son los laicos maristas? Los laicos maristas son personas (profesores, padres y madres de familia, jóvenes, exalumnos, administrativos, auxiliares) que después de un camino personal de discernimiento deciden vivir su vocación cristiana desde la espiritualidad y la misión marista, es decir, al estilo de María, siguiendo la intuición de Marcelino Champagnat.
Como cristianos y cristianas, los laicos maristas, han escuchado en su vida la llamada de Dios a vivir el carisma de Champagnat y, desde el estado de vida laical, responden a ella. Son personas cristianas que sienten el llamado de Dios a vivir con profundidad su vocación cristiana en la escuela espiritual de Marcelino Champagnat. Enriquecen el carisma marista. Debemos recordar que la vida marista, como lo entendemos actualmente, no es sólo propiedad de los hermanos. Hay una manera laical de vivirla.
Esta visión parte, fundamentalmente, de la reflexión del Concilio Vaticano II. Actualmente hay un desarrollo significativo en la comprensión de la vocación laical. Tenemos que partir de un cambio en el significado en el modelo de Iglesia y en la manera de entender la vocación, hoy se entiende más que como un llamado exclusivo para un estado de vida, como una manera para llegar a la plenitud según el plan particular que Dios tiene para esa persona concreta. Cuando le agregamos el adjetivo marista, nos referimos a los que se sienten llamados por Dios a moldear sus vidas con los rasgos del carisma marista.
Los laicos, no son religiosos chiquitos, son fieles cristianos que viven en familia y que están inmersos en las actividades del mundo. Incorporados a Cristo mediante el bautismo, y unidos con los que viven en otros estados de vida (religiosos o sacerdotes) formamos el Pueblo de Dios.
Como bautizados participan de la función profética sacerdotal y real de Jesucristo. Por tanto, están llamados a anunciar con alegría y esperanza la buena nueva del Reino, denunciar las situaciones de pecado e injusticias que existen en el mundo de hoy.
Un laico llega a ser Marista cuando se compromete y asume el modelo de María, según el camino de Champagnat. La vocación laical marista no brota de un momento de empatía o de entusiasmo, sino que requiere de procesos internos, tiempos y contrastes.
Para poder llegar, como dice el documento de "En torno a la misma mesa": a vivir nuestra adhesión al proyecto de Jesús, al estilo de María: desde la sencillez del trabajo cotidiano, desde la escucha, la fraternidad y la oración; A ser testigos de la ternura de Dios a todas las personas, de modo especial damos testimonio de este amor entre los niños, los jóvenes y los necesitados; A descubrir en la Comunidad Marista una manera diferente de vivir, descubrimos un dinamismo que nos humaniza y nos potencia; A evangelizar, a servir, a construir relaciones fraternas, solidarias y cálidas y a celebrar la fe.
Para terminar creo necesario recordar que las vocaciones de Hermano y de laico marista se complementan. No nacen para sustituirse sino para apoyarse mutuamente. Juntos debemos descubrir cómo vivir el seguimiento de Jesús al estilo de Champagnat, y juntos nos animamos en nuestra entrega en la misión, en la espiritualidad y en nuestra vida en común.