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viernes, 17 de febrero de 2017

Laicos Maristas



La presente entrada quiere ser una continuación en la reflexión del blog sobre el Carisma Marista, de los estados de vida y de la vida laical. Aclaro desde el principio que escribo como parte del Equipo de Vida Religiosa y Laical de la provincia, pero que mi propio estado es la vida religiosa, espero un día invitar a algunos laicos a abordar este mismo tema. 

¿Quiénes son los laicos maristas? Los laicos maristas son personas (profesores, padres y madres de familia, jóvenes, exalumnos, administrativos, auxiliares) que después de un camino personal de discernimiento deciden vivir su vocación cristiana desde la espiritualidad y la misión marista, es decir, al estilo de María, siguiendo la intuición de Marcelino Champagnat.

Como cristianos y cristianas, los laicos maristas, han escuchado en su vida la llamada de Dios a vivir el carisma de Champagnat y, desde el estado de vida laical, responden a ella. Son personas cristianas que sienten el llamado de Dios a vivir con profundidad su vocación cristiana en la escuela espiritual de Marcelino Champagnat. Enriquecen el carisma marista. Debemos recordar que la vida marista, como lo entendemos actualmente, no es sólo propiedad de los hermanos. Hay una manera laical de vivirla.

Esta visión parte, fundamentalmente, de la reflexión del Concilio Vaticano II. Actualmente hay un desarrollo significativo en la comprensión de la vocación laical. Tenemos que partir de un cambio en el significado en el modelo de Iglesia y en la manera de entender la vocación, hoy se entiende más que como un llamado exclusivo para un estado de vida, como una manera  para llegar a la plenitud según el plan particular que Dios tiene para esa persona concreta. Cuando le agregamos el adjetivo marista, nos referimos a los que se sienten llamados por Dios a moldear sus vidas con los rasgos del carisma marista.

Los laicos, no son religiosos chiquitos, son fieles cristianos que viven en familia y que están inmersos en las actividades del mundo. Incorporados a Cristo mediante el bautismo, y unidos con los que viven en otros estados de vida (religiosos o sacerdotes) formamos el Pueblo de Dios.

Como bautizados participan de la función profética sacerdotal y real de Jesucristo. Por tanto, están llamados a anunciar con alegría y esperanza la buena nueva del Reino, denunciar las situaciones de pecado e injusticias que existen en el mundo de hoy.

Un laico llega a ser Marista cuando se compromete y asume el modelo de María, según el camino de Champagnat. La vocación laical marista no brota de un momento de empatía o de entusiasmo, sino que requiere de procesos internos, tiempos y contrastes.

Para poder llegar, como dice el documento de "En torno a la misma mesa": a vivir nuestra adhesión al proyecto de Jesús, al estilo de María: desde la sencillez del trabajo cotidiano, desde la escucha, la fraternidad y la oración; A ser testigos de la ternura de Dios a todas las personas, de modo especial damos testimonio de este amor entre los niños, los jóvenes y los necesitados; A descubrir en la Comunidad Marista una manera diferente de vivir, descubrimos un dinamismo que nos humaniza y nos potencia; A evangelizar, a servir, a construir relaciones fraternas, solidarias y cálidas y a celebrar la fe.

Para terminar creo necesario recordar que las vocaciones de Hermano y de laico marista se complementan. No nacen para sustituirse sino para apoyarse mutuamente. Juntos debemos descubrir cómo vivir el seguimiento de Jesús al estilo de Champagnat, y juntos nos animamos en nuestra entrega en la misión, en la espiritualidad y en nuestra vida en común.

viernes, 20 de enero de 2017

Estados de Vida


Se agradece a Ricardo Romo por su autorización para publicar su dibujo. 

Hace tiempo publiqué una entrada de Blog que trataba sobre el Carisma Marista. En esa entrada expresaba que todo carisma tiene un espíritu, una espiritualidad, una misión y un estado de vida.

Poco después, realicé una entrada sobre la misión marista, hoy quiero retomar el tema del carisma marista desde los estados de vida. Aclaro desde el principio que escribo como Religioso-hermano que soy.

Al hablar de estados de vida, nos situamos en el contexto de la vocación personal. Podemos decir que un estado de vida es el modo específico de realizar la vocación. Otra forma de decirlo sería el modo de ser persona, una situación permanente y duradera (“estado” = se está), que funda y justifica aspectos específicos de su vida y actividad. El término se relaciona con la condición jurídica en el derecho canónico de la persona.

El concilio Vaticano II, en el documento Lumen Gentium considera la Iglesia como cuerpo que articula a los sacerdotes, los laicos y los religiosos. Así tenemos los ministros ordenados en un primer grupo, a todos los que han recibido el orden sacerdotal en cualquiera de sus grados, ya sean obispos, presbíteros o diáconos. En un segundo grupo a los laicos, todos los bautizados que viven su consagración en el mundo y, finalmente, los religiosos, que se caracterizan por un seguimiento radical de Jesús siguiendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.

Por casi siglo y medio, el carisma marista de Champagnat se vivió por los Hermanos Maristas, religiosos-hermanos, o religiosos laicos como antiguamente nos llamaban.

Hoy reconocemos que el carisma marista es un regalo para toda la Iglesia y puede ser vivido desde cualquiera de los estados de vida. Así lo indica el documento de En torno a la misma mesa en su número 4: “Así ha sido también entre nosotros, los maristas. El carisma de San Marcelino Champagnat, presente en el Instituto de los hermanos, ha arraigado entre los laicos. A algunos de nosotros [laicos], Dios nos ha tocado y nos ha dado un corazón marista. Ciertamente, más que decisión nuestra, ha sido iniciativa de Dios. No podemos vivir de otra manera, somos maristas”.