viernes, 27 de enero de 2017

10 frases de Marcelino Champagnat sobre educación (Parte 1)


“La instrucción de los niños en general, y de los huérfanos pobres en particular, constituye la razón de ser de nuestra organización. Tan pronto como hayamos terminado nuestra casa del Hermitage, y nuestros recursos nos permitan habilitar un buen suministro de agua para el consumo de la casa, recibiremos niños de las instituciones de caridad, les facilitaremos una profesión y les daremos una educación cristiana; aquellos que acusen mayor disposición para la virtud y la ciencia, les ocuparemos en nuestra obra” (Prospecto de 1824)

Nacido en el cantón de Saint Genet Malifaux, departamento de Loire, no conseguí saber leer y escribir sino con infinitas dificultades por falta de maestros capaces. Comprendí desde entonces la urgente necesidad de una institución que pudiera, con menor gasto, procurar a los niños del campo la buena enseñanza que los Hermanos de las Escuelas Cristianas proporcionan a los pobres de las ciudades. (Carta a Su Majestad Luis Felipe, rey de los franceses. Hermitage, 28 de enero de 1834).

"Para educar a los niños, hay que amarlos. Y amarlos a todos por igual. Amar a los niños es entregarse totalmente a su educación, adoptar todos los medios que un celo ingenioso pueda sugerir para formarles en la virtud y en la piedad. Amarlos es tener en cuenta que el niño es un ser débil, que necesita ser tratado con bondad, caridad y comprensión y ser instruido y formado con infinita paciencia. Amarlos es afrontar sin quejas sus defectos, su indocilidad y hasta su ingratitud; es no tener en las atenciones que se le prodigan más intenciones que las sobrenaturales, esto es, la gloria de Dios, el interés de la Iglesia y la salvación de estas tiernas criaturas". (FURET, J. B., Vida, Bicentenario, p. 550)

"Para educar, para formar a un niño, hay que merecer su respeto y obediencia. Pues, bien, los únicos títulos que el niño acepta y comprende son la virtud, el buen ejemplo, la competencia personal y los sentimientos paternales. La educación, es pues, y ante todo, fruto del buen ejemplo, porque la virtud consolida la autoridad y porque, al ser el instinto de imitación innato en el hombre, las acciones tienen mayor fuerza de persuasión que las teorías y las palabras. El niño aprende más con los ojos que con los oídos: viendo trabajar a sus padres y a los oficiales, se va acostumbrando a realizar los distintos trabajosy aprende un oficio. Del mismo modo asimila mucho mejor la vida cristiana cuando la ve practicar y recibe buenos ejemplos. Un hermano piadoso, puntual, caritativo, paciente, abnegado, afable y fiel en el cumplimiento de sus obligaciones está dando catequesis permanentemente. Pues con su ejemplo y sin advertirlo, infunde en sus alumnos la piedad, la obediencia, la caridad, el amor al trabajo y las demás virtudes cristianas". (FURET, J. B., Vida, Bicentenario, p. 550).

"Preocúpense especialmente de los niños pobres, de los más ignorantes, de los menos capacitados. Trate a estos niños con suma bondad, pregúnteles con frecuencia y no tema manifestarles en todo momento que los quiere más porque se hallan más desprovistos de privilegios y bienes naturales. Los niños pobres son para una clase lo que los enfermos para una comunidad: causa de bendición y prosperidad cuando se les mira con ojos de fe y se les trata como miembros dolientes de Jesucristo." (FURET, J. B., Vida, Bicentenario, p. 520)


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