La misión marista es participación la misión de Jesús. Jesús es quién está en el centro. Al leer los evangelios nos encontramos con Jesús que cura, libera a los oprimidos y forma comunidad. Como Jesús estamos llamados a curar, liberar y formar comunidad. Si recordamos Jesús expresa su misión en el pasaje de la Sinagoga de Nazaret. “El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.” (Lc. 4, 18-19). Un detalle importante es que poco antes de este texto Jesús va al desierto, ahí es donde se deja transformar, purificar.
Jesús encomienda a su Iglesia el continuar su misión, les dirá, “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.» (Mt. 28, 19-20)
Marcelino vivió este descubrir su vocación. En el silencio de su relación con Dios, se descubre llamado y, después de aceptarla, construye una comunidad para llevarla a cabo. Vivió en el desierto: Un lugar para escuchar a Dios y tener un diálogo con él. Desde el desierto, no podemos seguir siendo los mismos, no podemos actuar igual. Necesitamos seguir caminando de una manera más arraigados en el señor, más proféticos, más en comunión. Es en ese desierto donde Marcelino descubre su misión: Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar con una presencia significativa entre los niños y jóvenes pobres.
Nosotros Maristas estamos llamados a continuar este llamado. Seguramente en nuestra historia hemos tenido tiempos de desierto. En el descubrimos al Dios que nos ama y nos llama; y que nos impulsa a Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar.
Hoy esta misma misión nos impulsa y nos lleva a mostrar un Dios vivo, es decir, a compartir la experiencia de fe, no tanto a predicar o adoctrinar, sino mostrar cómo me ha amado de manera única y cómo quiere amar a los jóvenes tal y como son. Es un Dios más interesado en ser vivido que en ser adorado. Esto nos lleva a enfocar visiblemente las fuerzas hacia los pobres y nos invita a estar presentes en las periferias. Este es el significado de “Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar”
Esta es la misión de María. María fue llamada por Dios a traer a Jesús al mundo. Nosotros también estamos llamados como María, a traer a Jesús al mundo. En este mundo, donde, para algunas personas, quizá seamos la única oportunidad de recibir el cariño de Dios.
Seguir esta misión no es fácil, es parte de la misión de Jesús y sabemos cómo acabó Jesús. Fue rechazado por los que se sentían buenos. Hay gente que no entiende lo que estamos haciendo, y nos critica. Gracias a Dios por esa crítica que nos indica que seguimos a Jesús. Maldito el día en que no seamos criticados, porque entonces no seguiremos a Jesús, seguiremos los principios del mundo. Una ideología, pero no a Jesús. Nos habremos contagiados de otros mensajes, que no son los mensajes de Jesús. Entonces seremos llevados nuevamente al desierto.
Para sostenernos en el camino de Jesús, necesitamos una oración profunda, un encuentro personal y diario con Jesús. También necesitamos sobreponernos a nuestras resistencias e inercias, por ejemplo, las dificultades para trabajar con los pobres, a renovar nuestras comunidades, a vivir fraternalmente, a levantar nuestros escudos defensivos para tener un encuentro real con las personas que me rodean.
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