Al pie de la Cruz nos
quedamos sobrecogidos ante un Dios que nos ama sin reservas. Allí le
encontramos compartiendo el sufrimiento físico y psicológico, la traición, el
abandono y la violencia de los hombres y transformando esas experiencias. De
esa manera entramos en el misterio del sufrimiento redentor y aprendemos la
humilde fidelidad en el amor. Cristo crucificado es el signo y la más profunda
expresión de un Dios que es amor. (Agua de la Roca 22)
La cruz de Jesús encierra el misterio del Cristianismo.
Desde los primeros siglos de nuestra era, la cruz marca la aceptación o
el rechazo del plan de Dios sobre la historia y el mundo, para unos, escándalo,
y para otros, locura.
La cuaresma y la Semana Santa son un tiempo privilegiado
para contemplar a Jesús clavado en la Cruz y reflexionar nuestra relación con
él. Al contemplar la cruz seguramente
veremos tres mensajes:
El amor que Jesús por nosotros, que dice el evangelio:
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Jesús nos
muestra el amor sin medida del Padre.
Una invitación a amar a los demás como Jesús: “Ámense unos
a otros como yo los he amado”.
El amor está sujeto al dolor: “El que quiera seguirme…
cargue con su cruz de cada día”.
Gracias.... Excelente reflexión!!!
ResponderEliminarA tí, Ricardo, Saludos!!!
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