viernes, 16 de marzo de 2018

Actitudes de los Hermanos Marista ante los Laicos.



El contexto actual de relación entre los laicos y los hermanos, surgido ante la espiritualidad de comunión del Vaticano II y reforzado en la carta Vite Consecrata (No. 54) cuando dice: “el carisma de un Instituto de Vida Consagrada puede ser compartido con los laicos”, nos lleva a pensar en los esquemas de relación que se han tenido.

Siguiendo a Green (2014) desde el Capítulo general de 1993, se han visto en el Instituto Marista varias maneras de pensar esta relación. Son fácilmente identificables tres maneras de relación.

La primera entiende la vida marista como la vida de los Hermanos maristas. Por lo tanto, no hay lugar para el laicado. Simplemente no hay un espacio para la relación. Una vez que mueran los hermanos terminará la vida marista en este contexto.

Una segunda manera consiste en ofrecer un movimiento “global y estructurado para ofrecer oportunidades de formación maristas para los laicos, y para los hermanos y laicos juntos, y para fomentar lo que llegó a ser interpretado como la vocación de vida de los laicos maristas” (Green 2014:20). De esta manera se ofrece una relación, donde se considera la existencia del laicado marista y se forma a los laicos en la espiritualidad. La participación del laico, en este contexto puede ser variada, dependiendo de la apertura de cada provincia o comunidad.  Esta participación puede ir desde una ayuda puntual, en una actividad dirigida por los hermanos hasta la coresponsabilidad y compartir la vida, donde laicos y hermanos comparten en igualdad la responsabilidad, la espiritualidad y la misión.

Hay además un tercer grupo, presente sobre todo en países no occidentales. Donde hay un crecimiento de las vocaciones y un contexto cultural que dificulta que los laicos accedan a posiciones de responsabilidad o liderazgo de la Iglesia.

Ya en el XXI Capítulo General, hablaba de una nueva relación, basada en la comunión. El año pasado (2017), el XXII Capítulo General nos habla de formar un nuevo parentesco, de reconocernos como Familia carismática global, faro de esperanza en este mundo turbulento.  Esta nueva relación nos habla de avanzar paso a paso en la construcción de una relación donde tanto Laicos como Hermanos se sientan parte de una misma familia carismática, compartiendo una espiritualidad, en misión compartida de forma coresponsable.

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